Estamos ya en la segunda semana del camino cuaresmal 2019, una semana inaugurada por una tragedia que ha enlutado el corazón de la humanidad. En Nueva Zelanda hermanos y hermanas reunidos para orar y celebrar su fe fueron atacados; muchos heridos, casi 50 fallecidos y una pregunta ¿Qué nos está pasando? ¿Dónde quedó nuestra ser hermanos, nuestra fraternidad? ¿Qué está pasando con nuestra realidad de ser “imagen y semejanza” de un Dios Comunión?

Para nosotros los cristianos, hay una respuesta: cada vez que nos alejamos de Dios, nos alejamos del otro, de la otra. La lejanía de Dios nos va lentamente deshumanizando…

Hoy es el tiempo de volver a escuchar a nuestro Dios, pero de hacerlo en serio…Hay que escucharlo, tomar el riesgo de creerle y movernos.. ¿Adónde? Adonde se nos diga, a lo que se nos diga, como vemos que hace hoy Abraán: “En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.»
Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abrán creyó al Señor
. (Génesis 15,5-12.17-18)

El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.»

Sin escucharle, sin creerle y sin moverse Abrán nunca hubiese dejado Ur, llegado a Canaán.

Nosotros, hombres y mujeres del 2019 necesitamos aguzar el oído… pongamos alerta el corazón, acallemos los ruidos que nos aturden…Silenciemos en estos días de cuaresma, aunque por un momento, nuestros proyectos y ambiciones, las muchas preocupaciones de la vida, descansemos de nuestras entretenciones y dejemos de llenar todo nuestro tiempo libre con más y más actividades… ocupar su tiempo libre… Hagamos silencio, aquietemos nuestro corazón y escuchemos… a Dios…los llamados y clamores de la humanidad… nuestro corazón dolorido de tanta muerte…

Soñamos con trasformaciones, con transfiguraciones, con cambios… pero seguimos en lo de siempre… Hay que moverse como Abrán, que salió, como los discípulos que subieron a la montaña cunado Jesús se los pidió (Lucas 9,28b-36)

Si queremos que pase algo importante con Dios, con nosotros, en nuestro mundo, debemos salir… subir… movernos… Nada nuevo pasará si seguimos en los mismos lugares, con las mis mismas actitudes, por los mismos caminos…

La gran tentación es siempre el quietismo, el hacer cómodas tiendas allí donde la vida brilla, donde la paz está asegurada, donde la fe se vive con seguridad… la gran tentación es permanecer en un Tabor paralizante e infecundo…

Sólo hay un camino para humanizarnos de nuevo… Jesús, el hijo Amado, a quien el Padre nos dice “Escuchadle.»

Necesitamos ser transfigurados para aprender a vivir en fraternidad, justicia y paz.  ¡Cómo quedarnos igual después de tanto…!

En este segundo domingo de cuaresma subamos al Tabor con Jesús, oremos con Él, dejémonos sorprender por la voz del Padre, dejémonos cautivar por la gloria de Dios y luego… bajemos…bajemos a nuestro hoy y hablemos de lo que allí hemos visto, vivamos de lo que de Él hemos escuchado, hagamos real en nuestra vida su Evangelio lleno de humanidad y fraternidad…Sólo así podremos evitar que lo vivido por nuestros hermanos en Nueva Zelanda se repita.

Oremos por cada una de las víctimas, por sus familias, por ese país… y por nosotros…en cualquier lugar del mundo que nos encontremos…En Cristo Iglesia somos uno y hoy nuestro Cuerpo sufre. Ellos sufren, yo sufro.

CMT de América