En aquel tiempo se apareció Jesús a sus discípulos… y se apareció de esta manera: estaban juntos… Así comienza el evangelio que la Iglesia nos propone en este domingo de Pascua.
Pongámonos en escena.
Así podemos encontrarnos nosotros en este tiempo nuestro. Es probable que estemos juntos, ya es un buen punto de partida, y hasta puede ocurrir que alguno de nosotros se atreva a plantear algún tipo de pesca y vamos con él, con ella y…no cogemos nada. Incluso pueden repetirse los intentos de pescar y…no cogemos nada. ¡Qué frustración!
Puede ser que este sentimiento nos nuble la mirada, nos invada el pesimismo y…no veamos salida. Ni peces, ni vocaciones, ni reconocimientos, ni futuro. Nada.
Pero también pudiera ser que esta realidad no nos encoja el corazón y nos mantengamos abiertos a alguien que se nos acerque con una nueva propuesta y…hasta puede ser que ésta, de resultado, y se nos llenen las redes. ¡Qué curioso! La propuesta de un desconocido. Ante el resultado, ante la experiencia de la sobreabundancia de peces, ante la magnitud de los frutos, “no tenían fuerza para sacar la red por la multitud de peces”, el discípulo amado reconoce a Jesús y le dice a Pedro: “Es el Señor”. Y Pedro, sin dudarlo se echa al agua.
Y los otros discípulos, que se habían quedado en tierra, se suman a la tarea “se acercaron a la barca…remolcando la red con los peces”. Se suman miembros al grupo, son necesarias más manos para llevar adelante la misión. Todas válidas para acercar los peces a tierra. Porque la tarea es mucha. Todas válidas para luchar por la vida. Todas válidas y necesarias. Todas importantes para hacer llegar la ternura y la misericordia de Dios a tantos lugares donde reina la soledad, el vacío, el miedo…
Abrámonos a la experiencia. Acojamos lo que vaya viniendo en favor de la vida, de los pequeños, de los pobres…venga de donde venga, lo proponga quien lo proponga. Colaborar, colaborar, colaborar. En la obra de Dios. En la construcción del reino. En la edificación de la Iglesia.
Unos en la barca, otras en la orilla. Unos en primera línea otros en retaguardia intercediendo esperando y apoyando…apoyando siempre la vida. Y luego juntos en lo cotidiano, en los momentos cálidos y fraternos de la mesa solidaria y sencilla, unos panes y unos peces. Ahí ya sabemos todos que ¡Es el Señor!
Y Él se hará presente y resonará su voz en nuestro corazón ¿Me quieres? Y nuestra respuesta afirmativa “Señor, ya sabes que te quiero se hará realidad en el cuidado de cada uno de nuestros hermanos.
“LA OBRA ES DE DIOS” Lámina 6. Iglesia

Hermana CMT EUROPA