CELEBRACIÓN COMUNITARIA DE LA RECONCILIACIÓN

 

“Yo soy la resurrección y la vida:

el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá” (Jn 11)

“Cristo no se resigna a los sepulcros que nos hemos construido con nuestras opciones de mal y de muerte, errores, pecados. Él nos invita, casi nos ordena, salir de la tumba en la que nuestros pecados nos han sepultado. Nos llama a salir de la oscuridad de la prisión en la que estamos encerrados, contentándonos con una vida falsa, egoísta, mediocre: “Sal afuera”.

Es una hermosa invitación a la libertad auténtica, a dejarnos liberar de las “vendas” del orgullo. Nuestra resurrección comienza aquí: cuando decidimos obedecer a este mandamiento de Jesús saliendo a la luz, a la vida; cuando caen de nuestro rostro las máscaras –muchas veces estamos enmascarados por el pecado- y volvemos a encontrar el valor de nuestro rostro original, creado a imagen y semejanza de Dios. El gesto de Jesús que resucita a Lázaro muestra hasta dónde puede llegar la fuerza de la gracia de Dios, nuestra conversión, nuestro cambio: No existe límite alguno para la misericordia divina ofrecida a todos.” (Papa Francisco 6-4-2014)

Las palabras de Francisco Palau a Gabriel Brunet nos ayudan a interiorizar:

Mi amado hijo Biel: No sólo por mí sino por vosotros he venido a este monte para consultar las cosas del espíritu.

  1. De una parte, mirando las cosas de tu alma, van por su curso regular, sufriendo, batallando entre derrotas y victorias. Tienes (ya te lo he insinuado otras veces) un ángel perverso que te sitia y es muy perverso; y tú batallas muy mal porque cedes a muchas de sus sugestiones.  Dejando aparte otras flaquezas, lo más grave es los ataques directos contra la caridad, esto es: malhumor, mala gracia, malicia contra superiores, inferiores e iguales, tentaciones contra los otros y no contra ti.  De las tentaciones se pasa a las obras, palabras y consentimiento en modos de proceder que no edifican, esto es, que no inspiran amor de Dios y piedad.  Esto es lo más grave, porque procede de soberbia, poca humildad, amabilidad, afabilidad, dulzura en el trato.  Todo Dios lo disimula menos las faltas de malicia contra los prójimos, porque son contra el Espíritu Santo.  Si por tus faltas contra la caridad aquéllos con quienes vives caen y se pierden, estas faltas son irreparables.
  2. Todo esto tú lo conoces. Pues bien, vamos al remedio. ¿Qué tienes que pensar? ¿A qué tus ocupaciones cuando estás solo? ¿Qué, sino tus ataques y tentaciones para vencerte a ti mismo? Concentra y reúne todas tus pocas fuerzas espirituales y ordénalas a vencerte a ti mismo; las has de haber contra ti mismo, humilla a enemigo tan formidable como eres tú de ti mismo con actos, con obra, con palabras.  Emprende una guerra santa contra ti mismo y, cuando hayas vencido al más terrible de tus rivales, cuando te hayas humillado, ¡oh, cómo serás otro! (C 95)

“CÚRAME”

(Salomé Arricibita)

Si pudiera borrar las cosas que enferman tanto mi alma,

si pudiera desdecirme de tanta palabra airada,

si pudiera deshacer, tanto daño como he hecho,

si pudiera comprender que un abrazo es un comienzo.

Si pudiera confiar en tu amor y no en mis fuerzas

Si pudiera caminar hacia Ti y abrir mi puerta

Si pudiera descifrar las marañas de mi mente

Si pudiera no sentirme tan enferma, tan doliente….

 

MÍRAME, PUES TU MIRADA ME ILUMINA EL CORAZÓN

TÓCAME CON TU CARICIA QUE BENDICE MI ORACIÓN

ESTRÉCHAME CON TU ABRAZO

ÁLZAME, TENME EN TUS BRAZOS

ACOMPÁÑAME POR SIEMPRE Y NO TEMERÉ EL CANSANCIO

GUIAME, DAME TU MANO, PARA NO PERDER LA SENDA

MUÉSTRAME CON TU PRESENCIA LA BELLEZA DE ESTA TIERRA

CURAME CON TU AMOR

LIMPIAME, SANA MI VIDA

CANTARÉ TU DESMESURA CADA UNO DE MIS DÍAS

Yo quiero darte posada

quiero ampliar mi mirada

ser refugio para otros

despojarme, darlo todo

quiero acogerte en mi casa

cúrame, Señor…mi Dios…

cúrame el alma…

 

Nada peor para la vida espiritual

que el instalarnos en la mediocridad,

en el conformarnos

con el menor esfuerzo,

el adaptarnos a que las cosas

son como son y no van a cambiar.

 

 

Nos damos un buen tiempo para la reflexión

  1. Da el primer paso pide a Dios te de su luz para reconocer tu “enfermedad”, tu “pecado”.
  2. Déjate mirar, ahí donde te duele, deja que Él cure tu alma.
  3. Perdónate a ti mismo/a y pide perdón a quienes has hecho daño. Aprovecha el momento, quizá no tengas otro.

¡DECIDE VIVIR!

Pedimos juntos/as perdón

Pedimos a Dios misericordioso que purifique los corazones de quienes nos confesamos pecadores y pedimos el perdón de nuestras culpas y debilidades.

  • Que nos concedas la gracia de una auténtica conversión, CÚRANOS, SEÑOR.
  • Que nos veamos libres de todo miedo al compromiso, HAZNOS RADICALES, SEÑOR.
  • Que tengas misericordia de nuestros pecados, TEN PIEDAD DE NOSOTROS, SEÑOR.
  • Que nos dejemos mirar siempre por Ti, ÁBRENOS A TI, SEÑOR.
  • Que nos sintamos enraizados siempre en ti, SEÑOR, TEN PIEDAD.
  • Que actuemos movidos por la fuerza de tu gracia, SEÑOR, TEN PIEDAD.
  • Que tu perdón nos haga auténticos testigos de tu amor, INVÁDENOS, SEÑOR.
  • Que miremos a los demás como Tú nos miras, CONCÉDENOS, SEÑOR.

 

Como SIGNO de nuestro deseo de reconciliación con Dios y con nuestros hermanos, nos colocamos ahora frente a una de las personas con quienes estamos celebrando este momento. La miramos con la MIRADA con la que sentimos que Dios la mira en este momento. En esa mirada le transmitimos el perdón, la acogida y la misericordia de Dios para con ella. Que esa misma mirada dirijamos a lo largo de estos días a cada una de nuestras hermanas y hermanos.

Oración   

La sangre del justo y la del malvado  

pasan por tu mismo corazón.  

La espada del que golpea  

y la que recibe el latigazo  

son parte de tu mismo cuerpo.  

En tus lágrimas lloran  

el dolor del bueno  

y la confusión de su agresor.  

Tu misma ternura  

abraza el rostro de tu madre María  

y la del soldado que te clava.  

En tu corazón no hay excluidos,  

en tu cuerpo todos cabemos,  

en tus lágrimas todos lloramos,  

en tu ternura todos existimos.  

Déjame entrar contigo  

Señor, en tu misterio,  

Y vivir en el hogar de tu pasión  

donde reconcilias lo imposible.