INSTANTÁNEAS DESDE LA DELEGACIÓN DE ASIA

Yo soy Dios formando un cuerpo moral con tus prójimos. Yo soy todos tus prójimos unidos a Cristo, su Cabeza, en Dios y por Dios, que, cual alma, los mueve, dirige, vivifica, santifica y glorifica. Yo soy la congregación de todos los ángeles y justos predestinados para la gloria, unida en Cristo, su Cabeza, y vivificada por el Espíritu Santo. (MR 4,20)

La pandemia del coronavirus es una crisis sanitaria sin precedentes, un desastre económico creciente y una prueba moral fundamental. Nuestra respuesta demuestra quiénes somos, en qué creemos y en qué tipo de Iglesia nos estamos convirtiendo. Nuestra fe ofrece formas distintivas de ver los desafíos y las opciones que enfrentamos como individuos, comunidades y como nación.

Durante este tiempo de oscuridad, la Delegación San Lorenzo -Asia- elige ser una luz. Atrayendo a otros a encontrar la esperanza y estar al servicio de la curación del Cuerpo de Cristo herido. En medio del encierro, cada comunidad respondió de manera especial. Como dice el pasaje de la Escritura en Mateo 25:35, «…tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me acogisteis», la capacidad de ayudar a nuestros hermanos y hermanas necesitados es una medida de nuestra humanidad.

Las hermanas organizaron una operación de socorro para ser distribuida a las familias, a los mendigos en la calle, a los obreros de la construcción que se quedaron varados, y para dar medicinas y ropa a los necesitados. En apoyo a nuestros líderes, que se entregaron desinteresadamente para servirnos y protegernos, nuestro proyecto de sustento, de hacer bolsas hechas a mano, les proporcionó equipo de protección personal (PPE), máscara facial, protector facial y cubiertas para los zapatos.

El llamado a orar incesantemente como comunidad asegura igualmente la presencia de Dios en línea con lo que Jesús dijo en el evangelio de Mateo 18:20: «Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Tal responsabilidad divina necesita ser manejada con fe.

COVID-19 nos empuja a reavivar nuestra fe para ver la intervención de Dios en la superación del efecto desastroso del Coronavirus. Nuestro Padre Fundador, el Beato Francisco Palau nos recuerda también, que «La oración es el arma invencible de la Iglesia.

Debemos ser optimistas sobre el futuro, hay un antídoto para el miedo, ya que es la ESPERANZA la que nos llevará a través de estos tiempos difíciles. Teniendo fe en que este virus pasará, escuchando a los profesionales médicos y a las autoridades, permaneciendo en casa, manteniendo una buena higiene, el distanciamiento social, y siendo conscientes y apoyando a los que están profundamente afectados ya sea física o emocionalmente, creemos de todo corazón que seremos capaces de perseverar y salir más fuertes que nunca! Y juntos nos curaremos como uno solo.

Por último, en palabras del Papa Francisco, «respondamos a esta pandemia del virus con la universalidad de la oración, de la compasión, de la ternura. Permanezcamos unidos». Creemos la comunión, construyamos la fraternidad universal y abracemos este cuerpo herido de la Iglesia para luchar contra COVID 19.