Resuenan en mi corazón las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy:
“Porque quien quiera salvar su vida, la perderá;

pero el que la pierda por mí, la encontrará” …

… Me pregunto, ¿quién humanamente hablando querría perder la vida? ¿no es acaso parte del instinto de supervivencia el querer “sobrevivir”?…

Y aun cuando pueda parecer que es una opción singular y poco frecuente, la realidad me ha hecho constatar que el ser humano está llamado a ir más allá de sus propios instintos cómodos y egoístas, está llamado a ser “imagen y semejanza de Dios” y este llamado lo hace capaz de AMAR Y DAR LA VIDA, de hacer de su vida un don para otros.

Cualquier cosa contraria a esta opción nos hace escuchar, también en palabras de Jesús:

“apártate de mí Satanás, eres para mí piedra de tropiezo,

porque tú piensas como los hombres, no como Dios”.

¿Cuándo pienso como los hombres?

  • Cuando busco en mis relaciones mi propio bienestar, que me valoren, que me reconozcan…
  • Cuando prefiero esconder la cabeza a ciertas realidades que me incomodan, que me ponen en riesgo, que me remecen, que me asustan…
  • Cuando me aferro a mis propias ideas, posturas o concepciones, sin abrirme a la verdad de los otros…
  • Cuando busco mi bien, mi felicidad, mi complacencia…
  • Cuando elijo caminos populistas, cuando esquivo la mirada a las necesidades de los más débiles, cuando abandono situaciones de injusticia lacerantes que se perpetúan en el tiempo, cuando me olvido de la suerte de los más débiles

¿Cuándo pienso como Dios?

  • Cuando asumo con entereza y con valentía la cruz.
  • Cuando opto por los criterios del Evangelio, por los valores de Dios.
  • Cuando me dejo tocar, afectar por el sufrimiento de los más débiles y me comprometo en su defensa y en la búsqueda de una mayor justicia, por el bien común, por una real fraternidad.

No quiero ser piedra de tropiezo para ti Señor, para tu proyecto de salvación, quiero ser capaz de tomar mi cruz y seguirte.

DAR LA VIDA puede sonar hasta romántico, pero es una opción consciente y valiente de quien ve más allá de su propia nariz, que ha sido conquistado por un AMOR MÁS GRANDE, que le hace dejar de pensar en pequeño, para abrirse al infinito AMOR que seduce y vence nuestras más básicas resistencias y nos introduce en el Reino de justicia y libertad.

En estos días me has hablado no sólo a través de tu Palabra, sino también a través de personas concretas que actúan desde tu lógica, la lógica del AMOR, de ese amor que seduce, que atrapa, que hace pensar más allá de la “propia comodidad y bienestar”, que ya no viven para sí, sino que se han volcado completamente hacia tu proyecto, hacia el bien de la Iglesia que sufre, que es vejada, humillada, violentada, invisibilizada y esto porque han sido seducidas y se han dejado seducir… porque han sido capaces de salir de sí por el otro y están dispuestas a DAR LA VIDA por tu causa, por tus predilectos, por sus hermanos y hermanas, que hacen concreta las palabras con las que Pablo exhorta a los Romanos, a ofrecer sus vidas como “sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”.

Esta opción no debería ser excepcional, debería ser común a quienes queremos seguirte. Así como lo hizo Francisco Palau quien experimenta la dicha más profunda cuando “conoce” esta verdad, cuando ha encontrado el objeto de su Amor:

“¡Oh, ¡qué dicha la mía! Te he ya encontrado. Te amo,

tú lo sabes: mi vida es lo menos que puedo ofrecerte en

correspondencia a tu amor”.

Fragmento III, 2 MR

Que quienes queremos seguirte, así como Palau también lo hizo, seamos lo suficientemente coherentes y valientes para demostrar con nuestras palabras y obras que hemos conocido este AMOR que ordena nuestra existencia al servicio de los demás, hasta el punto de DAR LA VIDA por tu causa, por la causa del Reino, por la causa de la Iglesia.

CARMELITA MISIONERA TERESIANA

 

Versión descargable aquí: Dgo XXII tpo ordinario