Con motivo del 125 aniversario del nacimiento de nuestra hermana, la venerable Teresa Mira García, presentamos un programa de profundización en su persona, contemplándola especialmente como MISIONERA POR ESENCIA Y EXPERTA EN COMUNIÓN.

Basándose en los 4 ejes de la misión CMT y en nuestras Constituciones, hermana Beata Kayitesi, ha preparado este proyecto de formación permanente que nos acompañará durante estas cuatro semanas previas a la celebración del próximo 26 de septiembre.

 

«El Señor nos ha dejado con vida no para que nos quedemos quietos, sino para que hagamos el bien a todos los que lo necesitan».

Teresa, cmt

Introducción:

Este momento de encierro no es tiempo para encerrarnos en nosotros mismos y abarrotarnos de angustia, sino un momento oportuno para profundizar nuestra relación con Dios y el prójimo.

Nuestra hermana y amiga, Teresa Mira García, nos hace de compañera y guía espiritual a través de la relectura de testimonios y escritos sobre su vida.

Dentro de unas semanas, el 26 de septiembre, celebraremos el 125 aniversario de su nacimiento. Como preparación espiritual, el Espíritu Santo nos inspira a profundizar en su vida a la luz de nuestro carisma. El carisma que ella encarnó en su vida y nos transmitió «El Señor nos dio vida para no quedarnos quietos».

A las hermanas y laicos llamados a vivir el carisma de comunión al estilo palautiano, Teresa Mira nos recuerda nuestra misión de «servir con pasión» (Const. 21); no quedarnos quietos, sino poner al servicio de los demás la riqueza de nuestro carisma.

El mensaje de Teresa Mira es siempre actual porque el bien nunca perece. Estamos continuamente llamados a pasar nuestra vida amando, a ejemplo de Cristo «que pasó toda su vida haciendo el bien» (Hechos 10,38). El carisma propio de Teresa, el de hacer el bien a todos indistintamente, le permitió vivir fielmente el carisma de su Fundador: «Porque te amo, Iglesia Santa, busco en los servicios ocasión de complacerte» (MR 9,7).

Al hacer el bien a todos, ya había entendido que la misión es nuestra forma de vida. Con el testimonio de su vida, Teresa Mira confirma claramente que «somos misioneros por esencia» porque la misión «no es una dimensión más de nuestra vida sino la razón de existir como familia» (Const. 21).

Nuestra «experta en comunión» puede por ello ofrecernos, con su vida sencilla y entregada, una clave para leer los cuatro ejes importantes de nuestra misión según el carisma de nuestro Padre Fundador y según nuestras Constituciones. Se trata de:

             crear comunión

              anunciar la belleza de la Iglesia

              restaurar la belleza velada;

              escuchar y responder en total disponibilidad a las necesidades más urgentes de la Iglesia.

Teresa Mira, “experta en comunión”

 En su carta apostólica a las personas consagradas, el Papa Francisco nos invita a convertirnos en «expertos en comunión» y explica que los expertos son personas que tienen una comprensión perfecta de su tema y que pueden indicar a otros cómo hacerlo. Teresa Mira se hizo humildemente experta en comunión, amando y sirviendo, haciendo el bien a todos.

En su tiempo comprendió que «el Señor no nos dejó vivos para mantenernos quietos, sino para hacer el bien a todos los que lo necesitan». Convencida de que el amor nos apremia a responder a las necesidades más urgentes de la Iglesia, siguiendo el ejemplo de nuestro Fundador Francisco Palau, Teresa Mira se puso a la obra sin preocuparse de la inseguridad de este tiempo, debida a la guerra civil española.

Para Teresa, cuando se trataba de amar, no había ningún obstáculo que pudiera impedirle seguir adelante. Esta audacia es la misma que el Padre Fundador expresa a Juana Gracias en estos términos:

«Hermana mía, ya conoces mi natural, cuando Dios me llama, nada hay de cuanto se me pone delante

por terrible y desagradable que sea, que no lo asalte y atropelle» (Carta 54,1).

Como su Fundador, Teresa Mira había hecho también de su misión una pasión natural. Los testigos nos dicen que olvidarse de sí mismo dilató su corazón y muy pronto nació en ella, el deseo de entregarse al servicio de los demás, pensar más en los demás que en sí misma, y ​​olvidarse de sí misma por el bien de otros.

A los tres años, ya vivía como adulta ayudando a su madre por iniciativa propia. Varios cristianos que la conocieron hablan de su caridad universal vivida de una manera simple y discreta. «No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha (Mateo 6,3). ¡Así era Teresa Mira! No hacía ruido para hacer el bien. A través de su sonrisa, su dulzura, su trato tierno transmitía el mensaje del amor.

Su manera de ser y de vivir era ya un apostolado. La vida de Teresa Mira nos revela la misión como nuestro estilo de vida (Cf. Const. 21).

Su manera de vivir nos sirve de modelo para poner en práctica nuestras Constituciones.

Apostamos por acciones sencillas, sabiendo que una palabra y un gesto renuevan la vida y el modo de relacionarnos con Dios, con nosotras mismas, con los otros y la naturaleza, y pueden despertar en las personas un dinamismo transformador y unificador que satisface la exigencia más íntima de todo hombre y mujer: amar y ser amado… Const. 22.

La espiritualidad de Teresa Mira de «hacer el bien a todos» es cada vez más válida hoy en día, porque nos invita a abrirnos al prójimo cuando la Iglesia nos está llamando a vencer, a luchar contra “la cultura de la indiferencia y promover la cultura del encuentro, este encuentro fecundo, este encuentro que restituya a cada persona su propia dignidad de hijo de Dios (Papa Francisco).

Todos, religiosos o laicos, estamos llamados a promover esta cultura del encuentro saliendo de nosotros mismos para responder a las necesidades más apremiantes de la Iglesia, cada uno según sus fuerzas, capacidades, medios y dones… Por lo tanto, nadie está excluido porque todo el ser humano creado a imagen de Dios tiene algo que dar y puede colaborar en la felicidad de los demás. Como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido. (1 Pe 4,10). 

Teresa Mira no estudió, pero supo vivir el carisma de nuestro Fundador y es para nosotros hoy un verdadero ejemplo de cristiana que vivió fielmente las exigencias evangélicas de amor y caridad universal y es una referencia para nuestra misión.