Este vigésimo octavo domingo ordinario viene a situarse en el mes en el que hacemos un recuerdo festivo de varias figuras de la orden del Carmelo de las que venimos por espiritualidad y otros: Teresa del Niño Jesús, Teresa de Jesús, Teresa Mira, próximamente Beato Francisco Palau, nuestro fundador, luego San Juan de la Cruz y otros como San Juan XXIII, el Buen Papa… 

Todos estos santos tienen algo en común que nos conecta con el Evangelio de este domingo: aceptaron generosamente la invitación de Dios para participar en este banquete nupcial, en la fiesta de bodas de su Hijo. Esto les ha permitido entrar y vivir en comunión con Cristo, cada uno según la inspiración del Espíritu Santo, y nosotros beneficiamos de todas estas riquezas. Vivieron la Eucaristía como un Don de vida que los transformó día a día. 

Bueno, este domingo Jesús usa la imagen de un banquete de bodas al que están invitados muchos, todos cuidadosamente seleccionados. Esta fiesta de bodas se refiere claramente al banquete mesiánico. Sin embargo, la llamada de Jesús y la revelación del misterio del Reino son difíciles de comprender. Los invitados se niegan, a veces con violencia, a participar en la fiesta. La indignidad de los invitados está en la forma en que responden a la invitación. A veces objetamos como ellos: No tengo tiempo, estoy muy ocupado… 

Pero el Rey es paciente con los invitados indebidos.

Esta parábola se hace eco de la respuesta negativa de una parte del pueblo de alianza a responder al llamado de Dios. A lo largo de la historia, Dios nunca ha dejado de buscar a su pueblo, multiplicando las invitaciones a seguirlo y haciendo alianzas. Por la negativa respuesta de unos pocos, el banquete está abierto a todos. A partir de entonces, cualquier hombre puede escuchar la llamada de Dios y entrar en la gratuidad del Reino. La mesa de Dios se amplía para acoger a un nuevo pueblo. 

La paciencia de Dios siempre acaba triunfando sobre nuestras excusas, Porque en su corazón obtenemos la vida, descansamos, su voz nos guía, su dulzura nos transforma.
Como hemos señalado anteriormente, todos los días Jesús nos llama a unirnos a esta fiesta y a regocijarnos en todo lo que recibimos de Él. Entonces, ¡estemos listos y tomémonos el tiempo para responder a su invitación para construir la comunión entre nosotros!

CARMELITA MISIONERA TERESIANA – ÁFRICA

 

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