Y QUE NO SEA UN TEJEMANEJE…

En las cuatro – ¿o al final cinco? – sedes de esta particular Asamblea General que ha estrenado espacios virtuales, hemos festejado la clausura de este tiempo de gracia dedicado a la toma de pulso, revisión del telar y tejido. Roma, Yaoundé, Lucena, Madrid, Santiago de Chile. Bendito sea Dios.

A lo largo de la jornada nos hemos conectado tres veces para reuniones más o menos largas. Primeramente escuchando la versión casi final del documento final de la asamblea, luego afinando.

La segunda parada, sobre las tres de la tarde, y que tardamos bastante en agotar, ha acogida como invitada a la Presidenta de la UISG, a la vez superiora general de Misioneras Claretianas, hermana Jolanta Kafka. Ha expresado su valoración de las novedades y fortalezas del mensaje elaborado en el telar asamblear. Resalto la sinodalidad, la apuesta por el servicio en las fronteras de la tierra de misión, la metáfora del tejido (insistiendo en el misterio y la belleza de un zurcido que se hace con los hilos mejores pero del mismo tejido) y la del cuerpo (que precisa de una flexibilidad para cumplir con su misión, y que no debe quedar calcificado ni paralizado).

La última cita, para aprobar el documento y para escuchar las palabras de clausura. Mucha gratitud y agradecimiento… mucha alegría y pasión contagiada. Animándonos mutuamente a seguir apostando por la vida.

No queda otra que volver a tejer las relaciones nuevas, renovadas, confiando en la acción misericordiosa de Dios para con nosotros también. Con determinada determinación de seguir adelante, desatando nudos, zurciendo o tejiendo algo nuevo… buscando comunión y buscando dar calor allá donde estemos. Rescatando la belleza, acogiendo la misión que Dios nos tiene preparada. Y en continuo discernimiento, buscando escuchar a todos, para juntos andar en más fidelidad al Espíritu que sopla donde quiere. SINODALIDAD Y DISCERNIMIENTO. COMUNIÓN. RELACIÓN… Y QUE NO SEA UN TEJEMANEJE, como hemos dicho al principio.

Hoy podéis escuchar aquí mismo las palabras de clausura.  Y también ver la galería de fotos de estos últimos momentos.

 

 

Mensaje de clausura de la IX Asamblea General

“Vivamos estos días como una sola familia, analicemos en profundidad cuanto aquí se va a presentar, con un corazón de hijas y de hermanas… abrámonos a la acción de Dios que quiere seguir contando con nosotras. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijas de esta misma tierra que nos cobija a todos”.

Queridas hermanas, estas palabras que recojo al inicio de este mensaje, son precisamente las que os dirigía el día que dimos inicio a esta andadura de familia.

Creo que expresan muy bien no sólo lo que era mi deseo, y que os invité a vivir, sino que reflejan además lo que realmente han supuesto estos días de encuentro.

Doy gracias a Dios junto a todas vosotras, por este Kairós congregacional que percibo prolongarse en el horizonte y que es ya una realidad en el corazón de cuantas hemos formado parte de esta Asamblea.

La responsabilidad asumida en primera persona por todas, la seriedad a la hora de analizar las diferentes situaciones o temáticas presentadas, la disposición del corazón abierto al querer de Dios, los deseos de ser sinceras y honestas como único camino de evaluación y horizonte de futuro, han sido fundamentalmente los hilos que han favorecido el ir tejiendo entre todas, con la peculiaridad y la mirada de cada una, el telar que presentaremos a nuestras hermanas y laicos al finalizar este encuentro.

Dejadme que os diga, mis queridas hermanas, que me siento muy orgullosa de cada una, que agradezco a Dios infinitamente el don particular que cada asambleísta ha significado en este espacio de encuentro congregacional. Podría parecer que todo ha sido ‘coser y cantar’, dicho en expresión popular. Sabemos que no es así. De lo que estoy convencida es de que todo, absolutamente todo, hasta esos momentos de desacuerdo, de ruptura, de nudos que entorpecen seguir tejiendo, todo mirado y recapitulado en el Misterio pascual cobra sentido, pues “esperar con Él -Dios Trinidad- y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor, significa saciarnos del perdón del Padre en su Corazón abierto” (Mensaje del Santo Padre Francisco para la cuaresma 2021). Habéis sido capaces de ceder, de dejar que los hilos de otras ocuparan los propios, habéis reconocido la valía, el aporte, la valentía, lucidez, sabiduría, … de quienes en algunos temas conocían algo más o incluso soñaban más lejos, buscaban horizontes amplios, se atrevían a más, a ser capaces de aceptar propuestas desafiantes y desear aportar lo mejor de sí para construir algo mejor (Cfr. CV 15), para cuidar la fragilidad en el “servicio que siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la padece” (FT 115). Y al final, siempre en continuidad con el XV Capítulo General, dejando que el Espíritu de Dios y la fuerza del Carisma se enraizaran en nuestras propuestas, hemos logrado definir un proyecto, unos énfasis, que dan respuesta a este momento histórico que vivimos. También nosotras, en la ‘cima de la montaña’ de nuestra asamblea, con nuestras ‘estolas’ del servicio y la animación, hemos escuchado como Francisco Palau ‘la respuesta que dio el cielo’: «Marcha en nombre mío y en el de tu Hija y mi Hija, presenta batalla…; yo estaré contigo» (MR 8,40)

Dejemos que vuelva a resonar con frecuencia en nosotras lo que hemos vivido. Hagámoslo con actitud agradecida, como quien mirando hacia atrás reconoce que todo, absolutamente todo es gracia (Cfr. CIC 2712), y que Dios todo lo hace en favor de los que ama (Cfr. Rom 8,28). Testimoniemos, hablemos, compartamos todo lo bueno, lo bello que aquí ha sucedido y comprometamos nuestra vida en ello, en los énfasis que hemos señalado. Seamos esas mujeres que, reconociendo toda la riqueza que tenemos porque somos imagen de Dios, ponen los dones y carismas en la causa para la que fuimos creadas y llamadas: la comunión, las relaciones sinceras, abiertas, generativas, entregadas, gratuitas… (Cfr. C 22, 39).

Seamos esas mujeres, consagradas, donde los antivalores cada vez van quedando más afuera, porque la centralidad de la vida la ocupa lo único importante, la misión para la que hemos sido convocadas. Seamos esas mujeres inclusivas, despiertas, de mirada amplia y profunda y de corazón abierto y generoso, de pies dispuestos a salir permanentemente, siempre que alguien lo reclama o incluso sin ser llamadas.

Que nuestra vida entregada, cada una donde esté, sea semilla de esperanza y presencia de Dios; que lo que miremos sea transformado y lo que toquemos sea dignificado. Que cuando seamos miradas o tocadas, experimentemos la transformación que viene del encuentro (Cfr. GE 24) y seremos también dignificadas.

Gracias queridas hermanas a cada una por vuestro aporte valiosísimo, por lo que significáis para la Congregación y para la humanidad.

Gracias hna. Ela Strach, en tus funciones de secretaria de la Asamblea, por tu colaboración inigualable, por responder incluso más allá de lo esperado; gracias por todos tus desvelos, nunca mejor dicho, para tener todo a punto incluso la noticia siempre preparada para que toda la Congregación pudiese acompañarnos puntualmente cada día.

Gracias a los que con vuestro apoyo técnico nos habéis facilitado y asegurado en las cuatro sedes la posibilidad de reunirnos online.

Hoy, 14 de febrero, día en que se celebra el amor y la amistad, recordamos tres cartas que nuestro fundador escribió con esa fecha. En el año 1845, la primera carta que conservamos, a Eugenia Guerin, a D. Pantaleón Montserrat en 1865 y a la hna. Dolores Rovira en 1872, poco antes de viajar a Calasanz “a auxiliar los epidémicos del tifus” (Cta 168,1). A la primera le da indicaciones para su vida espiritual; en la dirigida al obispo de Barcelona le invita a participar en la misión que está realizando en un pueblo en el que la frialdad del pastor “tiene a esta pobre gente también yerta”; y en la tercera comunica escuetamente indicaciones de organización, y sobre todo anuncia que envía las reglas y constituciones. Tres momentos de su vida que desearía fueran iluminación para nosotras: acompañar procesos; llevar vida donde la rutina ha enfriado entregas generosas, nosotras que hemos gozado de “un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones” (FT 77); y, por último, entregar los frutos de esta asamblea a toda la familia palautiana como él entrega las reglas, avalado por el testimonio de su compromiso audaz, y en concreto en ese momento de su vida con los ‘contagiados’ de su tiempo. También hoy, todas nosotras como Congregación, podemos escuchar su voz, “entérate de ella”, que es a la vez invitación y mandato.

Con sus palabras a Eugenia Guerin os digo: recibid, mis queridísimas hermanas en Jesucristo, con estas palabras de clausura los sentimientos de amor y sincera amistad por los que estoy unida a vosotras con los lazos del Espíritu (Cfr Cta 1,5).

Confío nuestras decisiones y proyectos a la especial protección de San José, no sólo “mejor mediador” (Cta. 33,1) o “padre y señor” (V 6, 6; 33, 12), sino como icono evangélico, “amigo fiel y experto guía en el camino tras las huellas de Jesús” (Carta de los Superiores Generales O.Carm. y O.C.D. a la familia carmelitana en el 150º aniversario de la proclamación del patrocinio de san José sobre la Iglesia universal).

Curiosamente también un día 14, pero de abril de 1864, nuestro fundador escucha del ángel que dirige su misión: “Será María, Madre del Hijo de Dios, esposa de José, la que bajará sobre ti; y, como tipo perfecto y acabado de la Esposa, presidirá las bodas y recibirá en nombre de la Iglesia la mano y el corazón y el amor de su amante” (MR 1,4). Que Ella también baje sobre nosotras y reciba nuestra mano, corazón y amor. Con Ella, testigo de nuestra entrega, declaro concluida la IX Asamblea General.