Los claveles son plantas muy comunes, fáciles en su cultivo, florecen en todas las estaciones del año; varias en sus colores y abundantes. Su olor es muy fino. La clavelina, puesta en el jardín, se sostiene en medio de todas las vicisitudes y da claveles en todas las estaciones del año.

La fortaleza es la tercera entre las virtudes cardinales. Tiene a su servicio la magnanimidad y la magnificencia, la paciencia y la perseverancia. Tiene en la lucha dos actos: conquistar y sostener hasta la muerte el terreno conquistado. Va adelante, no retrocede.

Propuesto el bien que se ha de practicar, los medios y modos dictados por la prudencia; en el acto, la fortaleza sostiene a la persona firme y constante hasta la muerte. Pertenece a esta virtud el don de fortaleza.

María dio pruebas de su fortaleza en todo el curso de su vida, pero especialmente en la pasión de su Hijo.

La intención para este día:

Que permanezcamos fuertes contra el mal y firmes en este tiempo de pandemia.

Me pregunto hoy:

  • ¿Soy firme, leal, constante?
  • Llegada la persecución y la contradicción ¿qué hago? ¿Desfallezco? ¿Retrocedo?

Pido a María valor y fuerza en todo lo que deba emprender.

Me comprometo a ir superando los obstáculos en mí mismo y fuera de mí.

Ofrece a la Reina tus propósitos. Le dirás:

Señora: Ahí está la flor de este día: es un clavel en ramillete. Os lo presento como símbolo de un propósito que he concebido, y es el de poner orden a mi vida, un orden a mis acciones, aquel orden que me dicta la conciencia, y el de mantenerle en medio de las vicisitudes y contratiempos de este mundo, y perseverar en él hasta la muerte. Seré fuerte con la fuerza que espero recibir de Dios.

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