Domingo 1 de marzo de 2020. 1er domingo de Cuaresma
La alegría del cristiano brota de la escucha y de la aceptación de la Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús: el Kerygma. En éste se resume el misterio de un amor “tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo” …
Si preferimos escuchar la voz persuasiva del “padre de la mentira” corremos el riesgo de hundirnos en el abismo del sinsentido, experimentando el infierno ya aquí en la tierra, como lamentablemente nos testimonian muchos hechos dramáticos de la experiencia humana personal y colectiva. (Mensaje del papa Francisco para la cuaresma 2020).
¡Qué a punto estas palabras del papa Francisco en este inicio de cuaresma! Dios nos ofrece, me ofrece, la posibilidad de mantener con Él y con mis hermanos/as una relación llena de diálogo sincero y fecundo. Pero ojo, también tengo la opción de elegir escuchar “otras voces” con el riesgo de hundirme en el sinsentido, experimentando y haciendo que otros experimenten el infierno aquí en la tierra. ¡Qué duro! En mí está la capacidad de optar por uno de los dos caminos, mensaje que se repetirá en este tiempo de cuaresma.
Soy libre. Puedo elegir.
Puedo elegir el camino que me ofrece el “padre de la mentira”, el camino fácil de hacer que las piedras se conviertan en panes, a costa de quien sea o de lo que sea. El camino de pensar sólo en mis necesidades, en mis deseos, en mis carencias… convirtiéndome en el centro del mundo, o… puedo elegir actuar como hija de Dios, ponerme a la escucha de Su palabra, pedirle que me llene de sus mismos sentimientos, buscar en todo momento su querer, pensar antes en el pan que necesitan mis hermanos que en el mío. ¡Qué alegría y qué responsabilidad! Puedo elegir.
Puedo elegir el camino de tirarme del alero del templo, tomando con superficialidad mis decisiones –o no tomándolas- haciendo luego responsable a Dios o a los demás de las consecuencias de las mismas. O … puedo elegir actuar como hija de Dios, asumir mis responsabilidades y mis límites, poner mis dones y capacidades para buscar soluciones en colaboración con mis hermanos/as, afrontar los retos que se me ofrezcan poniendo lo mejor de mí en cada momento. ¡Qué alegría y qué responsabilidad! Puedo elegir.
Puedo elegir vivir para satisfacer a los demás, puedo buscar actuar para que me valoren o me quieran… o… puedo elegir vivir como hija de Dios, no dando culto a nadie más, no vendiéndome ante nadie más, viviendo en transparencia y sinceridad, inclinándome únicamente ante Dios, que es la mejor manera de poderme inclinar también ante mis hermanos desde mi mejor yo y sin buscarme a mí misma ni mis intereses.
Eres Tú Señor quien me pide que elija.
Esto me hace CREER que me has hecho capaz de hacerlo,
que no puedo plantearte muchas excusas.
“Con cuanta más razón los que reciben a raudales
el don gratuito de la justificación
reinarán en la vida gracias a uno sólo, Jesucristo”.
Con cuanta más razón
si he experimentado realmente
el don de tu presencia y de tu gracia en mi vida.
Tú me has hecho capaz,
no permitas que no haga mi parte,
no permitas que malogre tu don.
Carmelita Misionera Teresiana – Europa