LUGARES PALAUTIANOS

 

 

Las Carmelitas Misioneras Teresianas poseemos lugares muy vinculados a la vida, misión y muerte de nuestro Padre Fundador y las consideramos «grandes reliquias» para nuestra Familia Palautiana.

Recorrer estos lugares es recorrer nuestra historia como hijas de Francisco Palau.

Aitona - Casa Natal

En esta casa nació Francisco Palau y Quer, el día 29 de diciembre de 1811. Fue conservada celosamente por sus familiares, manteniéndola como un recuerdo explícito de este miembro eminente de la familia. La Congregación siempre pudo visitarla, aunque no fuera suya. Por fin, el 16 de octubre de 1975 se compró al descendiente de la familia Palau y último propietario del inmueble, Don José Luis Prim Calzada. Desde este fecha se pensó en su restauración y en darle un destino específicamente palautiano. Se procuró dar a la casa la sobriedad que requería, conservando todo aquello que era de la época del Padre, acomodando el resto al estilo del tiempo. El escudo carmelitano de la fachada principal es de piedra natural de la comarca de Lérida. La Casa Natal, tanto por su valor histórico en sí como por su decoración y detalles, encierra un claro sabor Palautiano y tiene para nosotras un verdadero mensaje.

Aitona - Cueva

Cueva a las afueras de Aitona, adonde se solía retirar Francisco Palau, ya sacerdote. El documento más antiguo que se conoce es el de la escritura de donación, otorgada por D. Cayetano Calzada y Perandreu a favor de Juan Palau y Quer (8.8.1846). En dicha escritura consta que el terreno y cueva lo había solicitado el hermano del Padre «para poderse retirar en ella a emplear el resto de su vida natural en oraciones religiosas en honra y gloria de Dios Nuestro Señor, para mejor alcanzar la bienaventuranza en la gloria celestial». Más tarde (15.7.1876), Juan Palau y Quer hizo testamento en Montuiri (Baleares) a favor de su sobrina Mª del Carmen Benet y Palau, miembro de nuestra Congregación, nombrándola heredera universal de todos sus bienes. Hermana Carmen Benet Palau, posteriormente (Reus 15.9.1893), hizo testamento a favor de Teresa Font y Cabacés, nuestra Superiora General. El terreno de la Cueva fue siempre un punto de referencia para nosotras, puesto que nos permite conectar con la vocación contemplativa y solitaria de nuestro Fundador. Este lugar Palautiano actualmente ofrece a cuantos se acercan a él, un clima adecuado para el silencio y oración.

Tarragona - Sepulcro

El día 13 de diciembre de 1947, se trasladaron los restos de nuestro Padre Fundador desde el cementerio de Tarragona a la Capilla de nuestra Casa Madre, en esta misma ciudad. Arca de cedro con adornos y herrajes de hierro forjado, que contiene los restos mortales de Francisco Palau y Quer desde diciembre de 1947.

Con motivo de su inminente beatificación que tendría lugar en Roma, el día 24 de abril de 1988, siguiendo las normas de la Congregación para las Causas de los Santos, los restos del P. Francisco Palau y Quer fueron exhumados y reconocidos canónicamente y el día 17 de mayo de este mismo año, se trasladaron a la capilla-mausoleo, preparada en la parte izquierda del presbiterio del Santuario «Monte Carmelo» de nuestra Casa Madre en Tarragona para acoger el arca -la misma que contuvo sus restos desde 1947- con tan preciosa reliquia.

La nueva capilla de nuestro Padre Fundador resulta un lugar digno, recogido y apropiado para la oración, para el recuerdo del Padre y para la veneración pública de sus restos. Durante el año 2007-2008 hemos celebrado el 60 aniversario del traslado de los restos del Bto. Francisco Palau del cementerio de la ciudad de Tarragona a nuestra Casa Madre.

 

Montsant

El Montsant es lugar emblemático para toda Carmelita Misionera Teresiana por tratarse de un lugar donde el Beato Francisco Palau, Fundador de la Congregación, se retiraba para la oración y el silencio, tal como nos lo describen sus cartas y escritos. Destaca en especial la Ermita de San Bartolomé en el entorno del Montsant, donde se dirigía desde Lérida. La Ermita de sant Bartolomé es constucción románica del s. XVI, y está situada en el desfiladero de Fraguerau. Tiene su origen en la cueva del asceta Fra Guerau formada por dos enormes peñas que se apuntalan la una con la otra, con un agujero en la cima que le permitía hacer fuego, tiene varias cámaras, y en medio hay un goteo de agua que cae dentro de unas Bassetes.

En el interior de la gruta Fra Guerau construyó la capilla dedicada a Sant Bartomeu. Años después se levantó en la plaza delante de la cueva la ermita, que es una pequeña capilla de una nave con ábside redondo, bóveda de cañón de sillares de piedra un poco apuntada, portal situado en la fachada del norte y campanario de ‘espadaña. A su lado se levanta un alto y esbelto ciprés. Se accede a pie, desde la ermita a San Antonio por una pista o por un sendero senyalitat GR65-5 (Km. 25.5 de la C-242). El P. Palau en 1851, desde el Montsant, escribía a una de sus dirigidas, Juana Gratias:

      «Carísima hija: Ayer caminamos todo el día siguiendo esta montaña. Sus despeñaderos son verdaderamente espantosos. Hemos encontrado muchas cuevas donde poder retirarme cuando esté fatigado del mundo.  Te escribo desde la ermita de San Bartolomé. Su posición es muy pintoresca.  Esta noche dormiré en una cueva muy escondida, no lejos de esta ermita.  El agua está cerca.  Tiene una fuente no muy distante de la cueva, está hacia el mediodía al pie de grandes peñascos cubiertos de un bosque que está siempre verde.  Ayer me fatigué tanto de subir y bajar por precipicios que hoy no me he atrevido a continuar mis indagaciones.  Seguí los picos más elevados del Montsant los que miran a Lérida.  La montaña que lleva el nombre de Montsant es lo mismo que una pila, es decir en medio hay un gran valle cerrado por las cuatro partes por las crestas de las montañas que irán a Lérida, al mar, al oriente y a poniente.  Este valle profundo contiene despeñaderos espantosos y es horriblemente solitario.  Sus cuevas están escondidas por el bosque.  En diferentes partes hay fuentes y algo de tierra cultivada, hay muchas cuevas que los paisanos han cerrado, les sirven de abrigo las que están en medio de los despeñaderos.         Vigilia de la Virgen del Carmen.        En estos días he estado tan solitario como podía desear.  El ermitaño de San Bartolomé me ha traído lo necesario. Está   preparado para ocultar en estas cuevas a cualquiera que yo quiera enviarle.»

En una de las rocas que hay junto a la Ermita de San Bartolomé se encuentra, sobre base de granito, un grabado de autor desconocido cuyo texto, recordando al Padre Palau, versa así:

Sin más equipaje  que el recuerdo en la espalda  y ante la muerte,  Francisco Palau,  buscando del Montsant su corazón  encontró en el silencio del tiempo  un bello latido de amor y paz. 

Y ahora el viajero revive el paisaje  y se detiene y sueña:  El enmudecimiento de la piedra,  el goteo a la gruta,  lo invisible canto de una pequeña ave  que no rompe, sino acompaña,  la secular eterna calma,  la misma que un día  rodeó al fraile Guerau.

Vedrá - Ibiza

Relatos de Francisco Palau sobre el Vedrá

«Desterrado en 1854 «propter verbum Dei» a las islas Baleares, la providencia me tenía en ellas preparado un desierto tal cual mi corazón lo deseaba. Tenemos al oeste de la isla de Ibiza una ermita situada sobre el borde de precipicios que tocan los mares, y una legua adentro las aguas, el mapa marca bajo el nombre de Vedrá un islote que tiene una legua de circuito. Sus cúspides, basadas sobre lo más profundo del Mediterráneo, se levantan hasta los cielos y, para que nada faltara al solitario, abrió Dios una fuente sobre la cima de este monte; el cual da hospitalidad a todas las aves que tienen por las noches a recogerse entre las aberturas de sus peñas. Separado de la isla de Ibiza, nadie puede acercarse a él sino con barca; y sus columnas se levantan tan a plomo sobre las aguas, que no pueden subir a él sino los peritos del país. Aquí es donde a temporadas me retiro para mi vida solitaria. La ermita tiene un bote, los ermitaños son pescadores, me dejan sobre peñas y yo quedo solo, solitario, seguro de no ver ni ser visto de persona humana. El clima es magnífico y el sitio es tan pintoresco cual puede apetecer un solitario». «Terminada en esta Isla mi misión, que empezó el día 10 de febrero, rendido y fatigado de tanta acción, llamé a mi conductor. Tomó su bote, y al romper el alba salimos de nuestro puerto que se halla al pie de nuestra ermita. El día era uno de los bellos de primavera, la mar estaba pacífica y quieta, y soplando el viento suave del este, tendida la vela, marchamos viento en popa».

Amante de la soledad En el Islote del Vedrá encuentra su lugar preferido para la Oración

«Este monte es un islote al oeste de Ibiza, separado de la isla, que se levanta desde el profundo de las aguas hasta el cielo; no hay aquí más habitantes que yo. Tengo la ermita a dos leguas al mediodía de la isla y los hermanos que tienen en ella una barca pesquera, me traen aquí, me dejan solo y se vuelven. En la cima del monte hay una fuente, y las aberturas de las peñas son mis celdas. Aquí me retiro diez años ha y hallo cuanto un solitario puede desear». Francisco Palau,  (Cta 115,2) «En ciertas estaciones me retiro a un islote, de una hora de circuito y de una elevación prodigiosa, que en crestas acolumnadas se levanta sobre el profundo del mar Mediterráneo. Vase la barca y yo me quedo allí solo por unos días, para unirme con Dios y su Iglesia, en fe, esperanza y amor»  ( Francisco Palau, MR /Fragmentos IV)