La Iglesia, Dios y los prójimos, es el objeto de nuestra fe, amor y esperanza. La vida de la Carmelita Misionera Teresiana es desposorio con la Iglesia. De esta comunión brota un nuevo modo de relacionarnos con las personas, en quienes descubrimos la imagen de la Trinidad y a quienes contemplamos como imagen viva de la Iglesia.

De esta mirada contemplativa a lo profundo de cada ser humano y a la realidad que lo envuelve, surge nuestro compromiso misionero: servicio liberador y sanador a su Cuerpo herido y llagado. (Constituciones, nº 3)

 

Acercándose la solemnidad de la Santísima Trinidad, te proponemos esta reflexión orante para un momento de contemplación de Aquel que es modelo de nuestras relaciones con los demás. Nos basta con amar, amar y más amar, y abandonarnos al calor de las relaciones significativas, de la comunión profunda.