¡Qué difícil es identificarnos con el corrupto, con el soberbio, con el asesino! Como si fueran realidades muy ajenas a la nuestra. Pero hoy, en mi corazón, esta palabra sigue dando vueltas, me sacude, me cuestiona, me asusta. ¿Realmente estamos lejos de estas realidades? Y me asusta pensar que la respuesta pueda ser no.
¡Cuántas realidades nos descentran, nos pierden y alejan del centro, de la misión, del hermano, de Dios! Y lejos de Dios, en el vacío del corazón, a la intemperie, somos presa fácil de corrupción, autosuficiencia y muerte; hasta el punto de prescindir del “Dueño” y de todo lo venga de El o en su nombre.
y empezaba diciendo que me da miedo pensar que la respuesta es que si, que estamos muy próximos a la corrupción, al abuso de poder y de conciencia, a matar, porque hay muchas formas de matar. Y quiero detenerme en distintos tipos de muerte.
“Matamos” como los viñadores cuando olvidamos que lo que hemos recibido no nos pertenece, que lo hemos recibido en gratuidad para cuidar y hacer crecer. Matamos cuando traicionamos la confianza del Dueño, del Amor, del hermano, de la comunidad, de la familia, cuando olvidamos valores tan esenciales como la honestidad, respeto, la gratitud y las raíces. Un viñador sin raíces y sin conciencia de gratuidad puede perder el centro con facilidad.
“Matamos” cuando aniquilamos o anulamos al otro, al que me estorba, al que incomoda, al “enviado”, por celos, por envidias, por competencias y sin reparo caemos en la trampa del poder, y puede llevarnos a hacer abuso de este. “Matamos” de muchas formas, relaciones, sueños, proyectos, comunidades, y a veces, hasta puede que nos sintamos “intocables”, dueños del Dueño, dueños de nuestros hermanos y todo lo que acontece. Esta fue la gran tentación de los viñadores y puede, tal vez, ser la nuestra.
“POR ESO OS DIGO, QUE SE OS QUITARÁ A VOSOTROS EL REINO DE DIOS Y SE DARÁ A UN PUEBLO QUE PRODUZCA SUS FRUTOS”.
CARMELITA MISIONERA TERESIANA-EUROPA
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