Hola Mª José (Marijose para algunas de nosotras).

Hoy estamos de fiesta. Celebramos contigo este 25 aniversario de tu profesión religiosa como Carmelita Misionera Teresiana. Celebramos tu vida entregada, entregada gratuita y generosamente, entregada con pasión y alegría, entregada también en el dolor y el sufrimiento. ENTREGADA A TOPE.

Quien iba a decir aquel 2 de enero de 1971, aquel seguramente frío día de enero, por dónde iba a transcurrir la vida de aquella niña que asomaba sus ojos vivarachos al mundo en Pinseque, ese pequeño pueblo de Aragón cercano a Zaragoza, en el seno de una familia cristiana, sencilla y…numerosa. Tus padres Ana y Ángel habían construido un hogar cálido y acogedor. Casa de puertas abiertas con espacio para todos. Tú, la pequeña de ocho, tres chicos y cuatro chicas más.

En este ambiente se fue construyendo tu personalidad. Mujer abierta, de relaciones amplias, alegre y preocupada por las necesidades de los demás. Buen “caldo de cultivo” para lo que Dios quería hacer de ti y contigo.

En este ambiente se fue construyendo tu personalidad. Mujer abierta, de relaciones amplias, alegre y preocupada por las necesidades de los demás. Buen “caldo de cultivo” para lo que Dios quería hacer de ti y contigo.

Estudiaste Trabajo social en la Universidad de Zaragoza. Profesión bien acorde con los deseos de compromiso con los más necesitados que Dios ya había sembrado en tu corazón.

Junto a ello Dios, que ya había fijado su mirada en ti, te hizo sentir su llamada a la vida religiosa. Conociste nuestra congregación y conectaste pronto con nuestro Fundador: Francisco Palau i Quer.

Mujer apasionada has ido “dejando huella” en los corazones de las personas con las que te has ido encontrando en bien diferentes lugares.
Así lo hiciste en Zaragoza, donde ya en el inicio de tu andadura como religiosa, colaboraste en el “Programa de cárcel” que inició Cáritas en la prisión de Torrero. Fueron muchos tus desvelos y tu compromiso con cada uno de los internos a los que acompañaste y que estoy segura aún hoy te recuerdan. ¿Qué decir de la tarea que realizaste en la Residencia de jóvenes estudiantes ahí mismo, donde tus noches no tenían hora de cierre porque era el momento donde podían charlar contigo –siempre dispuesta a acogerlas- de todas sus cosas? Son muchas las jóvenes que hoy ya mujeres adultas, siguen apoyándose en tus consejos y recordándote con inmenso cariño.

Como pasa tantas veces en nuestra vida, sin casi tiempo de saborear los frutos, la obediencia te envió a…Filipinas. De un salto a la otra punta del mundo. ¡Qué revoltijo de tripas! Pero fiel a la voluntad de Dios expresada en las mediaciones, allí te encaminaste, con las maletas llenas de temores, pero también de ilusión. ¡Cuántas cosas! El parón cuando lo que te brota es darte y darte haciendo. La noche oscura de la lengua, el descubrimiento de una cultura diferente, asumir otro ritmo, otros modos…Y, de nuevo, “dejarte la piel”, por las jóvenes, por los niños, por el proyecto de hogares dignos para la gente… Y más nombres en el corazón. Ya para entonces lo llevabas bien llenito. Y por amar y más amar, a salir corriendo ¡qué vida! Corriendo y añorando lo que dejabas atrás porque una parte de tu corazón de tus ilusiones y proyectos ahí quedaba.

Tras una breve escala en “México”, a empezar de nuevo. Curso para formadores en Roma y, como maestra de novicias, a estrenar el Noviciado Interprovincial de América Latina y el Caribe en Chile.

Cuánto entusiasmo para transmitir a nuestras hermanas jóvenes la pasión por la Iglesia, cuánto empeño por crear familia con ellas, porque experimentasen “calor de hogar” en su tiempo de formación.

Parece que el noviciado te sirvió de preparación para seguir en la formación, pero esta vez en otro lugar y otro ámbito. Desde el Consejo general y en Roma. Cuantos desvelos de nuevo, esta vez con un objetivo grueso –entre tantos otros-: hacer que la renovación de nuestras constituciones se realizara como un proceso formativo para cada una de las hermanas y comunidades.

Esfuerzo, trabajo en equipo, muchas consultas, momentos de compartir…y, lo que parecía irrealizable ya hace rato que está en nuestras manos y orienta el camino de nuestra alianza incondicional con la Iglesia. Tiempo también para conocer a muchas hermanas y comunidades, logros y dificultades, luces y sombras…Se siguen sumando nombres y experiencias, luchas y encuentros.

Y, desde hace cuatro años, el Señor que te llamó a seguirle, te invita a asumir la misión de animar a tus hermanas. Con coraje y generosidad, una vez más le dices sí. Nueva experiencia, que seguro comporta muchas alegrías y también mucho sufrimiento.

A lo largo de todo el recorrido, cuántas hermanas apoyadas por ti, invitadas y motivadas a dar lo mejor de nosotras mismas en la entrega, valoradas en nuestros dones y empujadas a hacerlos crecer. ¡Cuánto bien regalado en el camino!

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No encontramos mejor forma de acompañarte en este día que unirnos en plegaria agradecida a Dios por tu entrega generosa e incondicional. ¡Hagámoslo hermanas! No hay barreras para el corazón. Salvemos todas las “distancias” y demos gracias, agradecidas a Dios por y con nuestra hermana María José por todo y fundamentalmente porque es

NUESTRA QUERIDA HERMANA MARÍA JOSÉ.