La virtud. Disposición interior que hace buenos todos los actos de la persona.

El signo de una flor presentada a María en ramillete, una cada mañana, nos ayuda en la meditación de una de ellas.

Hoy, el primer día, la rosa. Rosa común.

Como la caridad, el amor a Dios y al prójimo, reina entre las virtudes, conteniendo en sí todas las demás y siendo la más alta, Francisco Palau propone la rosa común como símbolo de esta. Una flor que es bella, olorosa, variada en sus formas, fácil en su cultivo, resistente a las contrariedades. Es lo que pasa con esta virtud…

Pongamos hoy delante esta intención del día:

Que nuestras comunidades, nuestras familias y todas las familias sean hogares de caridad: un amor entregado, abnegado, humano y divino a la vez. Que sean un puerto abierto para los que necesitan curar sus heridas. Y que yo sea testigo de este amor en mi entorno. Que sea calor del hogar de la Trinidad, hogar de Nazaret, caricia de Dios.

Me hago hoy estas preguntas: ¿tengo ese amor?

¿Cómo miro a los demás?

¿Cómo me trato a mí mismo?

¿Soy signo del amor de Dios allí donde esté?

Llevo a María esta mi realidad que medito. Si no encuentro esta flor, este amor en mí…. O está, pero muy endeble, le pido a Dios que me lo ayude a hacerla crecer y florecer. Que cambie mi mirada, mis sentimientos, mi corazón.

Y me comprometo a sembrar en mi interior, esta vez con más insistencia, esta actitud. Poco a poco, con la gracia de Dios, la podré hacer hábito en mí.

Para llegar a ello, hoy ofreceré a quienes me encuentre un gesto cariñoso, un acto de caridad, cueste lo que me cueste.

Un gesto de amor de prójimo para presentarle a Dios por las manos de María, con esta oración:

 

Señora: Yo os ofrezco esta rosa; simboliza mi amor para con Dios y mis prójimos. Yo me comprometo a amar con toda la fuerza de mi corazón a Dios, a mí mismo por Dios, a mis prójimos como a mí mismo, y a todas las cosas por Dios, y a Dios sobre todas ellas.

DESCARGA LA IMAGEN PARA COLOREAR

DESCARGA LA REFLEXIÓN