
Un ramillete de éstas, compuesto y entretejido por la mano de una hábil jardinera, rivaliza en belleza y perfumes con los que se forman de las cultivadas en los jardines. No porque las tengamos sin trabajo y cuidado nuestro son menos dignas de aprecio que las que adquirimos con grandes penalidades nuestras. Una virtud que cuesta a uno muchas lágrimas, a otro se le ha dado de balde.
Hay virtudes que recibimos de Dios como autor de la naturaleza: son dadas, y crecen en nosotros sin gran cuidado nuestro, porque por un don natural tenemos a ellas tendencia, inclinación, voluntad y amor.
La intención para este día:
Que reconozcamos la gratuidad de Dios en nuestros dones y cualidades.
Me pregunto hoy:
¿qué dones o cualidades reconozco como simple regalo de Dios?
¿de qué forma los pongo al servicio de mis hermanos?
Pido a María, la gracia de que aquello que gratis hemos recibido, gratis lo entreguemos al servicio de la Iglesia, Dios y los hermanos.
Me comprometo a multiplicar estos dones ordenándolos con el lazo de la caridad.
Pongo en las manos de María el día de hoy con esta oración:
Señora. Pongo hoy en vuestras manos todas las virtudes, todos los dones, todas las dotes que he recibido de Dios, y me comprometo a cuidar, cultivar y conservar estas flores. Recibidlas, y presentadlas a vuestro Hijo.
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