El pensamiento es una planta pequeña que embellece nuestros jardines.  De entre sus hojas sale uno y más hijos guiados por sus botoncitos; revientan éstos y ofrecen a nuestra vista flores pequeñas, pero muy finas y singulares en su forma y color.

El padre Palau relaciona estas flores con la oración y dice: “Elevar a Dios nuestros pensamientos, esto es oración”. Nuestra alma ha sido criada para contemplar ver y mirar a Dios.  Todo ha sido puesto a nuestra vista para elevar nuestros pensamientos a Dios.  Sin oración el hombre se empobrece, se degrada…

María dio a Dios el tributo de amor, de adoración, de obediencia, que le debía; pagó no sólo por ella, sino por todos los hombres.

La intención para este día:

Que sean muchas las personas que en toda circunstancia dirijan sus pensamientos a Dios.

Donde está el amor, está el corazón, y donde está el corazón, está la cabeza y no muy lejos y los pensamientos.

¿Tengo mis pensamientos puestos en Dios?

¿Cuánto tiempo del día dedico a pensar en Dios, en Dios que me mira, que no me olvida, que siempre está pensando en mí?

Pido a María la gracia de gustar de la presencia del Señor y de comunicarme con Él.

Me comprometo tomarme cada día un tiempo para dirigir mis pensamientos a Dios.

Recoge tus pensamientos, átalos, lígalos a la fe y al amor de Dios, y preséntalos así recogidos a nuestra Señora, y dile:

Madre: Mis pensamientos están ahora recogidos en vuestras manos: presentadlos a Dios.  Yo me obligo y comprometo hoy con la presentación de este mi ramillete a vivir en adelante recogido en Dios, a marchar en su presencia, a no olvidarle, a contemplar sus grandezas… Yo me obligo a orar sin cesar como me manda el Evangelio. Ofreced mis votos a vuestro Hijo: cuidad, oh bella y amable jardinera, cuidad de mis pensamientos, ordenadlos; a vuestra fidelidad los fío.

DESCARGA LA IMAGEN PARA COLOREAR

DESCARGA LA REFLEXIÓN