
El padre Palau relaciona estas flores con la oración y dice: “Elevar a Dios nuestros pensamientos, esto es oración”. Nuestra alma ha sido criada para contemplar ver y mirar a Dios. Todo ha sido puesto a nuestra vista para elevar nuestros pensamientos a Dios. Sin oración el hombre se empobrece, se degrada…
María dio a Dios el tributo de amor, de adoración, de obediencia, que le debía; pagó no sólo por ella, sino por todos los hombres.
La intención para este día:
Que sean muchas las personas que en toda circunstancia dirijan sus pensamientos a Dios.
Donde está el amor, está el corazón, y donde está el corazón, está la cabeza y no muy lejos y los pensamientos.
¿Tengo mis pensamientos puestos en Dios?
¿Cuánto tiempo del día dedico a pensar en Dios, en Dios que me mira, que no me olvida, que siempre está pensando en mí?
Pido a María la gracia de gustar de la presencia del Señor y de comunicarme con Él.
Me comprometo tomarme cada día un tiempo para dirigir mis pensamientos a Dios.
Recoge tus pensamientos, átalos, lígalos a la fe y al amor de Dios, y preséntalos así recogidos a nuestra Señora, y dile:
Madre: Mis pensamientos están ahora recogidos en vuestras manos: presentadlos a Dios. Yo me obligo y comprometo hoy con la presentación de este mi ramillete a vivir en adelante recogido en Dios, a marchar en su presencia, a no olvidarle, a contemplar sus grandezas… Yo me obligo a orar sin cesar como me manda el Evangelio. Ofreced mis votos a vuestro Hijo: cuidad, oh bella y amable jardinera, cuidad de mis pensamientos, ordenadlos; a vuestra fidelidad los fío.
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