Esta hierba llena el jardín de una fragancia muy fuerte; su flor no tiene belleza, pero sirve de adorno en los ramilletes y los perfuma. No puede tenerse en pie, necesita quien la sostenga.

El P. Palau relaciona esta planta con la continencia. Esta virtud significa la fuerza para elegir el actuar bien, lo que nos permite adquirir el hábito de hacerlo con respeto a nuestros deseos.

En muchas circunstancias de vida necesitamos elegir hacer lo que es correcto. La continencia puede ayudarnos por medio de la fuerza de nuestra voluntad que nos permite superar las pasiones.  

Como las pasiones en María no se rebelaron, esta virtud le fue dada con toda perfección necesaria.  

La intención para este día:

Que practiquemos el manejo de las tendencias egoístas, desordenadas para crecer en la autodonación amorosa a Dios y al prójimo.

Me pregunto:

  • ¿Cómo manejo mis emociones tales como melancolía, miedo, tristeza, soledad y gozo y deseos excesivos?

Me comprometo a trabajar mis impulsos para encauzarlos.

Pido a María que cuide de mi jardín y me guie hacia la plenitud de esta virtud.

Tomo el ramo, presentando a María, le digo:

 

Señora: Os ofrezco, junto a un ramillete de violas la vainilla, emblema de la continencia y del freno que prometo poner a todas mis pasiones. Recibid mi flor y haced que mis carnes sean reprimidas por el temor santo de Dios.

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