Que mi vida sea evangelio vivo para los que nunca han oído hablar de Dios. Me detengo para considerar su amor para conmigo y examino cómo es mi amor por Él. Recuerdo la bondad del Señor para conmigo. En mi vida, incluso antes de nacer yo.
Me pregunto hoy: ¿en qué está puesto mi corazón?
¿Soy signo del amor de Dios allí donde me encuentro?
Mirando a María, lo medito. Le pido a Ella que me muestre cómo amar a Dios. Me comprometo a hacer brotar con mayor fuerza esta actitud en mí. Para ello, añadiré hoy a los gestos de caridad gratuitos (que ejercito desde ayer con mayor atención) un rato de meditación agradecida por el amor que Dios me regala, por mi vida y mis talentos, por las personas y también por las contrariedades de la vida que me invitan al crecimiento, a salir de mi zona de confort.A los gestos de amor del prójimo añado ese tú a tú amoroso con Dios. Pongo en las manos de María la jornada de hoy, con esta oración:
Señora: Recibid en vuestras manos un ramillete de rosas del mes de mayo: aceptadle, es mi amor para con Dios mi Señor. Desde hoy, postrado al pie de este altar, yo os prometo, sí, lo tengo resuelto, amar con todos mis afectos a Dios. Yo me complazco de que Dios sea quien es, sumamente bueno… Sin él, y fuera de él, nada quiero amar. Yo quiero lo que Dios quiere, yo aborrezco lo que Dios aborrece; la voluntad de Dios será la mía de hoy en adelante: así yo lo propongo.
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