El beato Francisco Palau asocia la flor de viola morada simple y doble con las virtudes de la abstinencia y la sobriedad; virtudes que moderan a una persona, por ejemplo en el comer y en el beber, y se ejercitan con el ayuno. Los vicios opuestos a estas virtudes son la gula y la embriaguez.
¿Te vas corriendo a la despensa cuando te sientes deprimido o molesto? Encontrar consuelo en la comida (o en otras realidades) es común, y es parte de una práctica llamada alimentación emocional. También ocurre en nuestra vida de creyentes. Afecta a los hombres, igual que a las mujeres. Puede ser causado por varios factores, incluyendo el estrés, cambios hormonales o ansiedad.
Palau propone una pauta para ser moderados: atender las necesidades vitales. Usar de los bienes con moderación, abstenerse de la suntuosidad, de los gastos inútiles y supérfluos… Sin olvidar que el propósito principal es atender las necesidades de la naturaleza, no deleitarse o complacer con peligro para la salud del alma y del cuerpo. La abstinencia y la sobriedad van juntas.
La intención para este día:
Que crezcamos en la conciencia solidaria y que la abstinencia y sobriedad, material y espiritual, de los creyentes redunden en beneficio de los que están faltos de los bienes.
Me pregunto:
- ¿Cómo practico las virtudes de la abstinencia y la sobriedad en medio de la ansiedad?
Pido a María que me ayude a iluminar mi conciencia con respecto a mis tendencias en el tiempo de la angustia emocional.
Me comprometo a dedicar tiempo para revisarlo.
Señora: Os ofrezco un ramillete de violas, color morado, símbolo de mi abstinencia y sobriedad. Yo os prometo batallar con estas armas contra la gula y sus cinco hijas: la alegría vana, la bufonería, la inmundicia, la charlatanería y la estupidez. Recibid, Señora, esta mi ofrenda, y dad fuerza a mis propósitos.