El P. Palau la identifica con la virtud de la pobreza. Esta nos lleva a un estilo de vida de austeridad y equilibrio. Nos empuja a comprometernos en favor de la justicia, paz y cuidado de la creación.
El Papa Francisco, en la encíclica Laudato Si´, enfatiza que “en la actualidad de la sociedad global, donde las injusticias abundan y crece el número de gente privada de los derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte lógica e inevitablemente en una llamada a la solidaridad y a una opción preferencial por nuestros hermanos y hermanas más pobres. (LS 158)
María vivió pobremente y como discípula de Jesús lo siguió pobre, viviendo como su Hijo. Que Ella nos inspire a vivir en la sencillez, atentos a nuestros hermanos y hermanas sufrientes necesitados de nuestra compasión y amor activo.
Que el clamor de los pobres me impulse a seguir el camino del compartir que crea comunión y solidaridad.
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Me pregunto hoy:
- ¿Qué puedo compartir con mis hermanos y hermanas menos afortunados, que los podría llevar a sentir el amor y la providencia de Dios?
Me comprometo a vivir la austeridad de lo imprescindible y el desprendimiento de cosas, y también de “mis” proyectos.
Pido a María me ayude a cultivar el espíritu de desprendimiento.
Presenta el ramillete de tu compromiso a María con estas palabras:
Señora: Yo os ofrezco hoy la pobreza; yo me comprometo con este presente a un desprendimiento tal como el amor de Dios lo pide. Ahí va, Señora, mi luisa, unida a la rosa: aceptadla y dad fuerza a mis resoluciones.
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