La hoja de geranio rojo es muy suave al tacto; las flores, pequeñas y sin olor, pero múltiples y reunidas en ramilletes. La planta huye de los ardores del sol y ama los charcos de agua.

Para el P. Palau representa las virtudes de la clemencia y la mansedumbre.  La Clemencia es una disposición para ser misericordioso y moderar los rigores y severidad de la pena o castigo merecidos. La mansedumbre protege al corazón contra la ira.

Todos sentimos ira en algún momento. Sin embargo, el experimentarla, sentirse enfadado no es problema. El problema viene cuando actuamos desde ese sentimiento. Es necesario estar en contacto con los propios sentimientos y tomar responsabilidad por ellos; sin dejar que nos controlen, elegir no actuar desde la ira si sabemos que es lo contrario al plan de Dios.

Por otro lado, para expresarse asertiva y efectivamente, hace falta la conciencia sobre lo que se despierta adentro. Asumir que la ira es un agente potencialmente saludable, activador de una acción. Identificar nuestros pensamientos y sentimientos, aprender como procesar las emociones de vulnerabilidad y estar conforme con lo que puede ser un proceso incómodo.

La intención para este día:

Que sea instrumento de clemencia y mansedumbre para mis hermanos y hermanas.

Me pregunto:

  • ¿Qué despierta mi ira?
  • ¿Cómo practico la clemencia y la mansedumbre en los trabajos que tengo que hacer?

Me comprometo a examinarme y optar por ser suave y manso.

Pido a María, que me enseñe y me lleve a practicar estas virtudes, así como ella es suave y dulce de corazón.

Llevo el ramillete de geranios rojos a María y le digo:

 

¡Oh, clementísima y dulcísima María! Os presento hoy la mansedumbre; yo guardare la paz del corazón, y en el día malo resistiré al ímpetu de la ira. Así te lo prometo; recibe esta resolución, acepta mi flor.

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