DÍA SEXTO DE LA NOVENA

La caridad es el corazón de la vida cristiana. El Beato Francisco Palau vivió amando a la Iglesia en cada persona y sirviéndola en los pobres y necesitados. Amar a Dios es amar a los demás; servir con generosidad es el camino hacia la verdadera santidad. Conversemos con Francisco, escuchemos sus inquietudes, aprendamos a vivir con su misma pasión, entregados.

La caridad es fundamento de la vida cristiana. Todos somos llamados amar a la Iglesia, como dice el padre Palau: «Jesús es vuestra cosa amada. […] Vuestro corazón ha sido fabricado para amar y para amar a Él sólo» (Cta. 88,6). Es una de las mayores expresiones de nuestro amor a la Iglesia.

El padre Palau, apóstol infatigable, perseverante, dedicó su vida al servicio de la Iglesia, su Amada, a través de las diferentes actividades apostólicas que hizo en favor de los necesitados: «Eres Dios y mis prójimos, yo me doy y me entrego a ti por esclavo, por servidor y ministro» (MR 5,6).

La caridad consiste en la práctica del bien, en la ayuda desinteresada, en la generosidad, en el acto de misericordia y de compasión, en los gestos pequeños de amor. Pues, la caridad es una actitud de vida que no se puede considerar solo como un acto ocasional o acto de generosidad.

El amor nos incita a actuar, nos empuja a salir a la periferia, hacia los pobres y necesitados, a ocuparnos de los demás incluso cuando eso implique sacrificios.

Para resaltar su amor y su entrega hacia la Amada, el padre Palau decía: «yo muero de amor por ella; Vos lo sabéis, la llamo, la busco, la veo, pero muy en obscuras. Estoy a su servicio; Señor Dios mío, mandadme, reveladme lo que queréis que haga para agradarla y complacerla. Vos sabéis que sobre el altar de la cruz tengo por ella sacrificada mi vida, mi reposo y todo cuanto tengo de más caro…» (MR VII, 5).

  • ¿Cómo vivo la llamada a “amar y ser amado”?
  • ¿A quiénes entrego mi amor?

Oración por la pronta canonización de nuestro Padre Fundador

¡Oh, Dios, ¡Padre Omnipotente y Misericordioso! te damos gracias y te bendecimos porque infundiste en el corazón del Beato Francisco Palau un amor singular a la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo. Le descubriste su belleza figurada en María y lo iluminaste para servirla con la oración y el apostolado. Concédenos su pronta canonización en la Iglesia y ahora la gracia especial que por su intercesión te pedimos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.