EL PERFUME DE NUESTROS VOTOS: LA CASTIDAD

Nuestro compromiso es defender la dignidad de toda vida (misión del profeta).  Afecta a nuestra capacidad de amar y generar vida. Con el voto de castidad nos comprometemos a vivir abrazadas a la Iglesia, cabeza y cuerpo: Matrimonio espiritual con Dios y los hombres: la Iglesia es nuestro único amor.

Eso supone trabajar y orientar nuestras energías a defender y hacer brillar la dignidad de cada persona y la de la Tierra.

A través de nuestras relaciones hacemos posible el sueño de Dios de vivir relaciones castas.

  • Donde la dignidad florece
  • Donde las identidades permanecen
  • Relaciones donde se cultiva la vida

La castidad tiene dimensiones holísticas. Gira en torno a todas las relaciones de la vida: interpersonales, sociales, económicas, políticas…

El reto para nosotras es entrar en unas relaciones de plenitud, de justicia: relaciones llenas de dignidad.

OTRAS IMPLICACIONES DE LA CASTIDAD.

  • Trabajar por una cultura de la Paz, por unas relaciones no violentas
  • Comprometernos en la construcción de una convivencia en la diversidad

La castidad es una afirmación de nuestra feminidad. Vivimos nuestra feminidad de forma profunda y fructífera, fomentando la vida donde quiera que estemos. De este modo dejamos de ser nosotras el centro. Lo importante es el otro. Somos generadoras de nueva vida.

Soñar, vivir, la castidad es pensar, creer, que otro mundo es posible.

Terminamos la jornada con la lectura y reflexión de textos de nuestro fundador que completan y afirman todo lo expuesto y recibido durante la jornada.

A final de la tarde participamos en la Eucaristía presidida por el P. Luís Alberto, Pasionista, con quien pudimos compartir la homilía