“No se turbe vuestro corazón…”; “Yo soy el camino, y la verdad y la vida…”; “Yo vendré…”
Las palabras de este domingo son muy reconfortantes frente a lo que experimentamos a diario y que a veces nos da miedo: «No se turbe vuestro corazón…».
Desde este capítulo 14 hasta el capítulo 17, Jesús prepara a sus discípulos para los próximos eventos que le sucederán, es decir, su muerte y resurrección. Los discípulos aguantaran creyendo en él como creen en su Padre.
Y como siempre Jesús utiliza imágenes que ilustran su mensaje para transmitir: Aquí habla del camino, de la casa, del lugar. Se va y volverá. Un cuestionamiento de algunos discípulos que no comprenden, desencadenará esta respuesta evidente: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. »
Solo Jesús puede definirse como el único camino, la verdad y la vida. Es decir: Jesús es el camino porque él es la verdad y la vida. Él mismo es el camino que conduce a Dios, porque él es la encarnación de la verdad de Dios, Dios hizo hombre, y a través de él, la vida misma de Dios se ofrece a todos.
Es una invitación a conocerlo, seguirlo y experimentar lo que realmente es.
Jesús es el camino, a través de su muerte y resurrección. Pero depende de nosotros comprometernos en cualquier momento en este camino por fe, como la primera carta de San Pedro nos invita a hacer: «El que cree en ella (la piedra angular), nunca se confundirá…»
Jesús es la verdad, porque él es Dios hecho hombre. Pero depende de nosotros buscar constantemente esta verdad, (re) descubrirla a través de su Palabra que ilumina nuestro corazón, sin pretender nunca detenerla, porque es un misterio que él mismo nos comunica: «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí…” . ¡Es realmente profundo!
Jesús es vida, porque nos llena con su Espíritu vivificante. Pero depende de nosotros dejar que nos llene bebiendo constantemente de la fuente de su amor. Para quien vive en contacto con Jesús y cree en su Palabra, es capaz de hacer grandes obras. El primer grupo de discípulos lo experimentó poniéndose al servicio de los pobres, las viudas de sus comunidades después de haber encontrado las dificultades de convivencia dentro de la misión. Eso es un ejemplo para nosotros.
Mientras esperamos que Jesús regrese, después de habernos preparado un lugar en la casa de su Padre, le pedimos que nos ayude, con las palabras del salmista:
«Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti» Ps 32 .
CARMELITA MISIONERA TERESIANA – ÁFRICA