Así han comenzado muchas de las grandes o simples historias que hemos escuchado desde que somos pequeños… historias de aventuras, de romance, de ficción… historias que han ido pasando por nuestras vidas despertando nuestra imaginación, encendiendo nuestros corazones, desafiando nuestra mente, recogiendo tantas y tantas experiencias de vida… historias…
El Papa Francisco ha querido recoger el simbolismo de la historia narrada para su mensaje con ocasión de la 54ª Jornada Mundial de las Comunicaciones:
“Para que puedas contar y grabar en la memoria (cf. Ex 10,2). La vida se hace historia”.
La vida se hace historia cuando hay quien la relate, cuando hay quien quiera transformarla en una narración, cuando hay quien asuma el desafío de narrar lo que ha sucedido, hacer memoria para grabarla en la memoria de quienes la vayan a leer y hacerla vida en esa acción. Quienes asumen esta misión, los comunicadores, por ejemplo, tienen un gran tarea, que el Papa Francisco simboliza con el arte de tejer, parafraseando al Santo Padre podríamos definir a los comunicadores como “tejedores de historias”.
Pero “no todas las historias son buenas”, advierte el Papa, a veces las historias que se fabrican son destructivas, rezuman violencia, despiertan sospechas, generan expectación y se esfuman como por arte de magia, no trascienden, despiertan sólo una curiosidad malsana, hay historias que no deben ser contadas porque dañan…
De ahí la necesidad que constata el Papa, de contar con buenos narradores que cuenten buenas historias,
“necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”
Como Equipo General de Comunicaciones, estas palabras del Santo Padre están cargadas de un profundo sentido palautiano y vemos en ellas reflejado…
… aquello que nos sentimos llamados a anunciar: que somos parte de un Cuerpo vivo “Ese cuerpo animado y vivificado por el espíritu de Dios y que vive y que habla y que oye” (Cta. 67, 6);
… aquello que nos sentimos llamados a construir a través del AMOR: “El hombre, amando a Dios y a sus prójimos, se hace un solo cuerpo con su Amada [la Iglesia]” (MR 3, 12)
… aquello que, desde el amor profundo por el ser humano, nos sentimos llamados a restaurar: “Mírale en este cuerpo que es su Iglesia, llagado y crucificado, indigente, perseguido, despreciado y burlado. Y bajo esta consideración, ofrécete a cuidarle y prestarle aquellos servicios que estén en tu mano” (Cta. 42).
Desde este llamado y sintiéndonos muy identificados con las palabras del Papa Francisco, queremos contar “…buenas historias: historias que construyan, no que destruyan; historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos”.
Para nosotros, como comunicadores Palautianos, el mensaje del Santo Padre para la 54ª Jornada Mundial de la Comunicaciones, es un regalo y un desafío a la vez, que compromete nuestra acción para seguir en nuestro intento por lograr tejer redes firmes en este continente digital. Queremos acoger este llamado del Papa Francisco, de hacer de la comunicación un instrumento para tender puentes, para unir y compartir la belleza de ser hermanos en un tiempo marcado por contrastes y divisiones. Queremos contar historias que tengan el mensaje de Jesús como centro, queremos dejar que el Espíritu a través de nosotros escriba en los corazones de muchos, historias que muestren la belleza de la Iglesia, el gran don de la comunión… porque así podremos “contar y grabar en la memoria” (ex. 10,2) historias maravillosas porque “la vida se hace historia” …
Aprovechamos de saludar a todos los equipos de la Congregación que están al servicio de las comunicaciones, agradecemos la labor evangelizadora que realizan y los animamos a seguir contando historias de vida, de esperanza, de verdad, de comunión.
A María que llevó la Buena Noticia y guardó sus historias meditándolas en su corazón, los encomendamos:
Oh María, mujer y madre, tú tejiste en tu seno la Palabra divina,
tú narraste con tu vida las obras magníficas de Dios.
Escucha nuestras historias, guárdalas en tu corazón
y haz tuyas esas historias que nadie quiere escuchar.
Enséñanos a reconocer el hilo bueno que guía la historia.
Mira el cúmulo de nudos en que se ha enredado nuestra vida,
paralizando nuestra memoria.
Tus manos delicadas pueden deshacer cualquier nudo.
Mujer del Espíritu, madre de la confianza,
inspíranos también a nosotros.
Ayúdanos a construir historias de paz, historias de futuro.
Y muéstranos el camino para recorrerlas juntos.
Ela, Cristian, Marcela
Equipo General de Comunicaciones y Evangelización Digital