
La imagen de la Iglesia servidora encariñó al padre Palau, entendió que era la forma por excelencia de demostrar su pasión de amor por la Iglesia:
“Porque te amo, busco en los servicios ocasión de complacerte […], mi corazón arrastrado por esa pasión indomable desea servirte y agradarte” (MR 9,7).
La misma Iglesia clarifica sus sentimientos:
“Me hallarás solitaria en los claustros, desiertos y ermitas y pastora en medio de los pueblos, peregrina en los caminos y toda en todos y en todas partes donde la caridad ejerce sus actos y funciones” (MR 20,11).
Es indispensable acudir a María para descubrir a la Iglesia.
Acudir a ella no significa derroche de culto y ostentación, sino tomar interés, entregarse plenamente a la tarea de dar a conocer a la Iglesia, servirla en el prójimo, proclamarla, cuidarla, sanarla en sus heridas, etc., es amar en verdad a María.
(cf. Cta. 6, 7, 12).
¿Cuáles son las necesidades que captamos como más urgentes en los demás?
¿Qué iniciativas tomamos para servir?
¿Cómo hacer para que toda nuestra vida sea servicio?
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