Misericordia. Para expresar las propiedades de esta virtud, Palau selecciona una imagen bien significativa: un ramillete curioso y hermoso gracias a este «maridaje». A la rosa sin olor, símbolo del amor de prójimo, le añade la perenne, siempre verde, humilde y olorosa (sobre todo cuando se la pisa) planta de hierbabuena.

El amor que hunde raíces en el amor de Dios y está orientado hacia el prójimo produce como fruto la misericordia. Es entonces cuando uno empieza a tomar por propias las necesidades del otro. De la misma manera, esa actitud le mueve a com-partir con el prójimo sus penas para darle algún alivio. Quien tiene misericordia, queda afectado por las miserias del semejante.

Y si miramos a María, tenemos un ejemplo claro de este sentir con el otro. «No tienen vino». Siempre pendiente de las necesidades de los que la rodean. ¡Qué magnífica maestra, Madre de la Misericordia!

La intención para el día de hoy:

Que tras esta pandemia aprendamos como sociedad a vivir más solidarios.

Considero cómo la misericordia que experimento de Dios me libera, me fortalece.

Me pregunto hoy:

¿Le agradezco a Dios su misericordia para conmigo?

Mi mirada hacia mí mismo y hacia mi prójimo, ¿es comprensiva, misericordiosa?

Le pido a María que me enseñe a estar como Ella a la escucha de las necesidades de mis hermanos y a acoger sus miserias sin juzgar.

Me comprometo a examinar mis relaciones con los que me son más próximos ahora mismo. Sin abandonar los ejercicios de días anteriores, de hoy en adelante trataré de escuchar sin juzgar, empáticamente, atentamente. Como María.

Presento esta jornada, con el deseo de crecer en misericordia y con esta oración:

Señora, ¿qué puedo yo hacer para el bien de las almas? Yo me ofrezco en sacrificio al pie de la cruz para su salvación. Yo me obligo, yo me comprometo a poner por obra la misericordia de aquel modo y bajo la forma que me sea designada por las leyes de la caridad. Recibid, Señora, esta mi ofrenda; aceptad este ramo siempre verde; bendecid mis propósitos; alcanzadme las gracias y dones que necesito para conservar esta virtud en mi corazón.

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