Es blanco como la nieve, sus flores agrupadas en muchas ramas, abundantes, duraderas, hermosas y aromáticas. Según el padre Palau, el alhelí blanco simple simboliza la castidad, y el doble, la virginidad.

Todo estado de vida está invitado a vivir la castidad, fruto de la templanza. Los cristianos casados pueden practicar la virtud de la castidad siendo fieles a una sola persona. Se espera que las personas religiosas y célibes amen a Dios por encima de todo y se preocupen por sus asuntos y preocupaciones.

La forma de amar de Jesús es la más pura y perfecta. Él quería que su forma de amar fuera el estándar de amor también para sus seguidores. «Amaos los unos a los otros como yo os he amado.»

La Virgen María, como la viola doble blanca concibe una flor: Jesús. Y es virgen su madre. La castidad y la virginidad son tesoros que mantienen nuestra mirada y nuestra atención enfocada exactamente donde debe estar: Iglesia – Dios y la humanidad.

* Nuestras constituciones enfatizan que la práctica de la castidad libera nuestro corazón de manera especial para que se inflame más en el amor de Dios y de toda la humanidad.  Desarrollamos nuestra feminidad de una manera profunda y fructífera dándonos generosamente a la Iglesia, promoviendo la vida dondequiera que estemos y dispuestas a dedicar nuestra vida a servirla.  (Const.12) Para vivir fielmente la castidad es necesario cuidar la dimensión místico-ascética de nuestra vida, descubrir el valor de la soledad y abrazarla con alegría, procurar integrar nuestra dimensión afectivo-sexual, evitar todo lo que pueda ser perjudicial para nuestra vocación y utilizar los medios de comunicación con discreción.  Prestamos especial atención a nuestra vida fraterna, al amor que nos tenemos, conscientes de que una buena y sana relación favorece la práctica de la castidad. (Const. 13)

La intención para este día:

Que mi vivencia de castidad sea un signo profético de total dedicación a la iglesia, Dios y los prójimos.

Me pregunto:

  • El consejo evangélico de castidad, ¿libera mi corazón y me ayuda a crecer en el amor y la fidelidad?
  • En la construcción del reino de Dios, ¿soy casto en las obras de caridad? ¿o interesado?

Le pido a María me enseñe mirar con una mirada casta, desinteresada, a todas las personas con las que me relaciono.

Me comprometo a revisar mis relaciones bajo este prisma de castidad: en las relaciones conmigo mismo, con Dios, con los hermanos y con la naturaleza.

Llevo mi ramillete de alhelíes blancos a María y le digo:

Madre virgen la más pura entre las criaturas, recibid este ramo en flor: os doy un corazón resuelto, determinado y dispuesto a guardar castidad dentro de las reglas de la templanza y de las leyes de mi estado o profesión: recibid, purísima doncella, recibid esta mi flor, y a vuestro maternal cuidado confío la planta destinada a producirla: cuidadla bien.

 

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