Seguimos ahondando en la experiencia de fraternidad, de comunidad de vida. A las hasta ahora “hermanas de otras provincias” vamos encontrando cada vez más “hermanas”. Y lo de “de otras provincias” pasó a ser insignificante. Hoy ya simplemente somos y nos sentimos hermanas.
Desde la buena mañana nos hemos puesto a expresar las fortalezas y propuestas de aportar lo valioso de nuestro caminar como provincias. Tras reflexionar sobre lo dicho en días anteriores, sobre la realidad provincial, con sencillez y esperanza pusimos en la mesa las necesidades de nuestras respectivas provincias. Con esperanza que otras tal vez nos puedan socorrer en nuestra pobreza. La experiencia fue enriquecedora y empoderadora; porque nos hemos visto cercanas, diligentes, deseosas de responder a las necesidades de nuestras hermanas con lo que podemos, lo que sabemos o tenemos. Deseosas por construir juntas, siempre juntas, a partir de lo que tengamos en nuestras mochilas.
El diálogo ha tocado los temas importantes: la formación, los cursos de carismas, nuestra relación con los laicos en la misión, el perfil de una comunidad de CMT – una comunidad necesariamente abierta. Esta segunda parte hemos trabajado en equipos mixtos, por decirlo así. Hasta ahora trabajamos por equipos provinciales. Aquí la metodología pidió crear comunidades de discernimiento – proyección del futuro nuevas. Unánimemente hemos perfilado lo imprescindible para una comunidad intercultural… Se han tomado determinaciones, se han marcado metas y caminos de futuro. Bueno, no. Hemos tomado determinaciones y nos hemos marcado metas. Siempre con la afirmación de la hermana general que podemos contar con apoyo del equipo general.
Al cerrar esta primera parte del encuentro de equipos de animadoras mayores cabía sobre todo una palabra: GRACIAS. Agradecimiento a la hermana general, Mª José, a las consejeras y a cada hermana – todas comprometidas, responsables y abiertas a un ir discerniendo juntas el bien de la congregación y de sus miembros. Agradecimiento y gozo de sentirnos hermanas han sido motores principales de esta noche de una recreación fraterna repleta de los bailes y cantos tradicionales de “nuestras queridas tierras”.
Gracias a Dios porque envía su Espíritu a la tierra y la bendice. Nos bendice. Nos ama. Nos hace hermanas. Y ¡aleluya!, que mañana descansamos ?
Los espacios de encuentro nos permiten crecer. Celebro la sinceridad ante las necesidades concretas y la generosidad que acompaña el caminar. Bendecidas hermanas que nos permiten unirnos en Misión compartida.