Oh, sí Señor, ¡ilumina los ojos de nuestro corazón!,

ilumina los ojos de mi corazón para que comprenda de una vez

cuál es la esperanza a la que me llamas!

 

En este comienzo de año, en este comienzo de década ¡ilumina los ojos de nuestro corazón!

¡Cuánta necesidad de luz Señor!

En este tiempo en el que basta mover un dedo para que todo se ilumine, en que nuestras calles están llenas de luces de colores…puede ser fácil olvidar tantos espacios de tiniebla existentes en nuestro mundo, tantos espacios de tiniebla existentes aún en nuestro propio corazón.

Tu palabra me recuerda hoy tu venida a este mundo “vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron” ¡Qué dura debe resultar esta experiencia, Señor! ¡Qué lejana puede parecernos! Y, sin embargo, con cuanta frecuencia la experimentan muchas personas también hoy.

Vienen a los suyos, a nosotros, a los que nos decimos sus hermanos y hermanas, que tenemos pan y vestido abundante y nosotros, “los suyos, no les recibimos”. Vienen desde lejos físicamente pero aún los sentimos mucho más lejos en nuestros corazones, donde reside la tiniebla que no deja filtrarse la luz, y “no les recibimos. Los velos del miedo a perder algo de nuestro bienestar, de nuestros espacios de poder, las barreras de nuestros egoísmos y narcisismos…hacen que no dejemos que brille la luz, hacen que no acojamos la Vida, hacen que no seamos capaces de acogerte en cada hermano.

Están muy cerca de nosotras, en nuestros pueblos y ciudades, en nuestras calles, incluso en nuestras casas y comunidades, están al alcance de nuestra mirada y, sin embargo…no les brindamos nuestra cercanía y acogida, no les dirigimos nuestra mirada cálida, quizá por miedo a que nos devuelvan una imagen de nosotras mismas que no nos guste reconocer.

Pero, cuando te recibo y te acojo, en cada uno de ellos y ellas, me haces capaz de ser hija tuya, de vivir como hija, de reconocerme y actuar como hermana, de formar parte de tu familia, oh Dios, de construir familia. Entonces tu vida se convierte en luz en mi alma, entonces me conviertes en testigo de tu luz.

¡Ilumina los ojos de mi corazón, Señor!

¡Qué comprenda cual es la esperanza a la que me llamas!

En Él estaba la vida.

Vivir y dar vida.

Dar la vida.

Contribuir a que Tu Vida ilumine a todos los hombres.

Contribuir a que todos los hombres tengan Vida.

Que tu luz llegue hasta los espacios más recónditos de las tinieblas

donde los pequeños sufren las consecuencias y experimentan la muerte.

Dar vida.

Ser luz.

Vivir como hijas y hermanas.

¡Que contribuya a que crezca tu familia Señor!

La esperanza de ser

una filiación única en Dios

 

CARMELITA MISIONERA TERESIANA EUROPA

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