En el silencio, en la soledad, en la sensación de sinsentido,
de derrota y desamparo de este sábado santo queremos colocarnos junto a ti María,
junto a ti de pie frente a la cruz de tu hijo Jesús.
Queremos aprender de ti, de tu modo de cuidar, de acompañar, de esperar.
Muéstranos la manera.

No será fácil permanecer junto a ti María en estos momentos.

Es más, si nos resulta fácil, si algo no se mueve en nuestro interior, quizá estemos perdiendo el tiempo. Será como acompañar a una persona muy querida a un funeral y no conmovernos por dentro. No nos engañemos: o no queremos tanto a esa persona o nos hemos vuelto insensibles ante el sufrimiento.

MADRE MÍA (Cecilia Rivero)

Nuestro Dios irrumpió en nuestra historia y se hizo hermano de todos,
consolando el dolor de su pueblo, levantando del polvo al humilde.
Se encarnó como buena noticia por tu fiel respuesta María.
Osadía que abrió los caminos a Dios habitando en su pueblo.

Mujer sencilla y creyente, de gozo profundo María,
Mujer de tareas cotidianas, de sal, levadura, de agua y espigas.
Madre de todos los tiempos, presencia y fiel compañía
Tu pueblo que va en camino te reconoce y te necesita.

Tu amor solidario es un canto a Dios reinando en el mundo
Con tu Hijo que se hizo el camino, la verdad, la palabra y la vida.
Hoy venimos humildes María a pedirte tu sabiduría
Queremos ser fieles al Hijo por sendas de amor y justicia.

Mujer sencilla y creyente, de gozo profundo María,
Mujer de tareas cotidianas, de sal, levadura, de agua y espigas.
Madre de todos los tiempos, presencia y fiel compañía
Tu pueblo que va en camino te reconoce y te necesita.
Madre de todos.
Madre María

Creemos en un Dios Padre-Madre nos gusta decir en estos tiempos y, ciertamente la Palabra nos muestra en muchos momentos el corazón de madre de nuestro Dios.

“Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré Yo. En Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón y vuestros huesos florecerán como un prado.”
(Is 66,10…)
“Fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas;
me inclinaba hacia ellos para darles de comer.”
(Os 11,4)

María, madre de Jesús, nos enseña cómo ser madre.

Sí, sí, a todas y a todos.

Todas y todos podemos ejercer nuestra maternidad tal como ella nos enseña, maternidad al estilo de nuestro Padre-Madre Dios. Maternidad que es acogida y cuidado de la vida, solicitud respetuosa por los demás, estímulo para que cada uno pueda llegar a vivir desde su mejor posibilidad.

  • Si has visto a una madre llorar la muerte de su hijo
  • Si has visto a una madre cuidar y consolar a su hijo enfermo
  • Si has visto a una madre apoyar a su hijo a realizar sus sueños
  • Si has visto a una madre sin pan para sus hijos
  • Si has visto a una madre seguir creyendo en su hijo a quien todo el mundo critica o rechaza
  • Si has visto…

Más aún si eres esa madre…

  • Entonces sabes que el amor de una madre es más fuerte que la muerte.
  • Entonces sabes que sus lágrimas brotan desde lo profundo.
  • Entonces sabes que ejercer la maternidad no es sensiblería sino hondura y requiere fortaleza de espíritu.

Una madre se desvela por cada uno de sus hijos, los cuida día tras día, noche tras noche.

A ti… ¿Qué o quién te quita el sueño? ¿Por quién te desvelas?

Una madre acompaña a sus hijos, con paciencia, con respeto, sufre y goza con ellos

¿A quién acompañas tú? ¿Quiénes son la causa de tu dolor y de tus alegrías?

Una madre estimula a cada uno de sus hijos para que lleguen a ser buenas personas y descubran toda su dignidad. No pone ningún obstáculo, sino que colabora para que el plan de Dios se realice en cada uno de ellos.

María, como buena madre, no sólo “cumple la voluntad de Dios” sino que también ayuda a su Hijo a cumplirla.

Ella como nadie comprende, cuida e inspira a su Hijo.

¿Quiénes son tus hijos/hijas? ¿A quiénes regalas tu amor de madre?

  • Tus hijos e hijas bilógicos.
  • Tus padres ancianos y frágiles, a veces con procesos de demencias difíciles de acompañar.
  • Tus hermanos o hermanas de comunidad, especialmente los más vulnerables.
  • Alguno de tus vecinos que sufren soledad.
  • Lo niños más frágiles de tu colegio.
  • Los ancianos de la residencia donde llevas a cabo tu misión.
  • Los emigrantes obligados a salir de tu tierra buscando un mundo mejor.
  • Los niños y jóvenes que experimentan la soledad.
  • Los que experimentan el horror y la esclavitud de la trata.
  • Las personas a tu alrededor heridas en el camino de la vida…

Canto: Sobredosis de ternura (Maite López)

Atrévete, como ella, a permanecer en pie frente a la cruz,

a mirar de frente todas esas situaciones que te producen dolor e incluso horror.

No desvíes tu mirada.

Acógelas con corazón de madre. Es más, guárdalas en tu corazón.

Y si no lo experimentas así pide a María que te regale un corazón como el suyo. No pases tu vida en la soledad estéril de un corazón de piedra. Sí, vas a sufrir, no te engañes, Dios hará fértil tu dolor. Tus lágrimas regarán la tierra y brotará vida.


 

Palau experimenta este amor de Dios Padre-Madre para con su hija la Iglesia, para cada uno de sus miembros con rostro concreto:

“Tu amada Esposa, tu Hija, está y estará en el templo de Dios vivo día y noche, su Cabeza -Cristo Sacramento- reclinada sobre el altar.  Cuida de ella -la militante- enjuga sus lágrimas, consuélala en sus aflicciones, alivia sus pesares; lo que tú harás por ella en la tierra, ella te lo volverá y hará por ti en el cielo.” (MR 1, 31)


“Yo me vuelvo loco; ese amor para contigo, oh Iglesia santa, me quita el juicio. Ando como un padre que, viendo su hija adorada entre las uñas del león, sin calcular sus fuerzas se echa sobre él para salvarla… Desde que recibí en mi corazón el amor de padre para contigo, ¡ay que vida! Tú me has descubierto tus penas, y desde que te he conocido ya no ha habido en mí más reposo…Tu presencia ha renovado y renueva las mil llagas mortales que tu paternidad ha abierto en mi corazón.” (MR 9, 30)

Mira de pie y de frente tantas realidades de cerca y de lejos que requieren que las acojas en tu corazón, que trabajes por transformarlas y, si no puedes más, que ores y llores por ellas.

Si por tu edad sientes que ya no te da para pedir un corazón de madre, no te sientas exenta: pide un corazón de abuelo-abuela. Aún estás a tiempo. En muchas de nuestras realidades los abuelos llegan donde las madres ya no pueden.

Aún estás a tiempo.

Pide a Dios que haga fecunda tu entrega. No tengas miedo al dolor y al sufrimiento.

En nombre de Dios, en nombre de María al pie de la cruz te digo: merece la pena.

NO TE RINDAS (Maná)

 No te me rindas vida,
duerme esperando otro día,
que saldrá el sol.
No te rindas amor,
Resistir el dolor.
Yo que te quiero a morir,
voy a sembrar en tu herida una flor.
Yo trataré de curar ese dolor.
Tenme fe corazón,
esperanza y valor.
Yo que te quiero a morir.
Va a amanecer.
Va a sanar.
Te voy a curar.
Me extrañas tanto, tanto,
pero aguanta corazón,
tu soledad
se va.
Te voy a curar.
 
No te rindas, mi vida,
siembra unas flores
de amor en tu herida.
Ay corazón
Siempre habrá un nuevo amanecer.
Te amo a morir.
No te rajes mi vida.
Siempre la suerte nos cambia, nos gira.
Ay corazón
Siempre habrá un nuevo amanecer.
Sale el sol.

 

No te me rajes mi vida, mi amor.
Eres un roble valiente
Con la cara al sol.
Vamos a resistir.
Como el árbol, de pie.
Ponte de pie hasta morir.
Va a amanecer.
Yo sé que te pega el dolor.
Tú sabes que mamón,
Tú sabes corazón,
Tu soledad se va,
Se va, se va.
 
No te rindas mi vida.
Siembra unas flores
de amor en tu herida.
Ay corazón.
Siempre habrá un nuevo amanecer.
Te amo a morir.
No te rajes mi vida.
Siempre la suerte nos cambia
nos gira.
Ay corazón.
Siempre habrá un nuevo amanecer.
Sale el sol.
No te rindas mi amor.
Es la vida un milagro de Dios.
Ve cantando las penas
y suelta el dolor.
Amanece.
Pronto llega el sol.
 

¡Cuánto duele el amor!

¡Cuánto duele!

Fuente de la mayor alegría

y fuente también del dolor más profundo.

Y el amor de una madre

¡Cuánto duele!

Permanezcamos junto a María a la espera, pronto va a AMANECER.