¡APRESURAD!

¡Esperad y apresurad la venida del Señor!

Qué tentación la mía Señor, esperar, esperar pasivamente tu venida.

Y si quiero escudarme, casi me lo facilita a veces tu palabra,

cuando la leo a medias o la saco del contexto: Espera la venida del Señor.

Y no porque esperar sea siempre fácil.

Tus tiempos muchas veces me resultan eternos y otras veces demasiado rápidos.

 El tiempo en el que brille la justicia, que brilla por su ausencia en nuestro mundo,

el tiempo en el que me convierta a tope

y viva plenamente entregada a ti en mis hermanos/as,

el tiempo en el que los pobres tengan las mismas oportunidades que los ricos…

Cómo nos apremia Isaías en estos días de Adviento. Hoy me golpea su palabra:

¡Espera y apresura la venida del Señor!
Esfuérzate que es urgente.
El pueblo, el pueblo que sufre dolor y opresión necesita consuelo.

Consuélalo, dedica todos sus esfuerzos,

es urgente.

Quien pasa hambre hoy porque repartimos mal, no puede esperar a mañana la respuesta.
Apresúrate, es urgente.
Quien sufre el dolor y la soledad, necesita ahora tu consuelo.
Apresúrate, es urgente.

Quien vive en la calle y no recibe felicitación alguna el día de su cumpleaños,

necesita hoy que le brindes tu canto.

Apresúrate, es urgente.
Y… paradoja de la vida, cuando me apresuro y consuelo a quien no tiene,

no sabe, no puede, no alcanza, no cuenta…

Tú llegas en ellos y me brindas tu sonrisa.

Tú consuelas mi alma.

Pruébalo hermano/a y experimenta su presencia en lo más profundo de tu corazón.

APRESURA LA VENIDA DEL SEÑOR.

ÉL TE INVITA A HACERLO.

ÉL NECESITA DE TI Y CUENTA CONTIGO.

CARMELITA MISIONERA TERESIANA – EUROPA

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