¡Esperad y apresurad la venida del Señor!
Qué tentación la mía Señor, esperar, esperar pasivamente tu venida.
Y si quiero escudarme, casi me lo facilita a veces tu palabra,
cuando la leo a medias o la saco del contexto: Espera la venida del Señor.
Y no porque esperar sea siempre fácil.
Tus tiempos muchas veces me resultan eternos y otras veces demasiado rápidos.
El tiempo en el que brille la justicia, que brilla por su ausencia en nuestro mundo,
el tiempo en el que me convierta a tope
y viva plenamente entregada a ti en mis hermanos/as,
el tiempo en el que los pobres tengan las mismas oportunidades que los ricos…
Cómo nos apremia Isaías en estos días de Adviento. Hoy me golpea su palabra:
Consuélalo, dedica todos sus esfuerzos,
es urgente.
Quien vive en la calle y no recibe felicitación alguna el día de su cumpleaños,
necesita hoy que le brindes tu canto.
no sabe, no puede, no alcanza, no cuenta…
Tú llegas en ellos y me brindas tu sonrisa.
Tú consuelas mi alma.
Pruébalo hermano/a y experimenta su presencia en lo más profundo de tu corazón.
ÉL TE INVITA A HACERLO.
ÉL NECESITA DE TI Y CUENTA CONTIGO.
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CARMELITA MISIONERA TERESIANA – EUROPA