Seguimos celebrando Navidad, en nuestro corazón todavía resuenan los ecos de ternura, paz y amor genuino que brotan en esta fiesta. Y la vista de nuestro Dios haciéndose hermano en el bebé frágil, vulnerable, pobre de Nazaret invariablemente nos hunde en el misterio del amor de Dios que, no sólo nos creó y puso en el universo inabarcable, sino que quiso hacerse nuestro hermano, quiso venir a caminar con nosotros esta vida bella, siempre en movimiento y abundante en desafíos.

Leer al evangelista Juan en este día (Jn 1, 1-18) es una invitación, por una parte, a contemplar el asombroso camino que hizo nuestro Dios para venir a habitar entre nosotros, para amarnos hasta el extremo, para entregarnos el mensaje de amor que, de acogerlo, puede transformar nuestra vida y el devenir de la humanidad en un paraíso de fraternidad y comunión, más allá de nuestras diferencias y particularidades.   

La Palabra, que existía desde siempre y que era Dios, se hace carne, nuestra carne…tu carne, la mía, de todos…

Por otro lado, vemos nuestra acogida a este Señor que llega trayendo luz y vida a una humanidad necesitada de ambos. Muchos la acogieron con gratitud, reconociendo su divinidad, contemplando en su corazón la gloria de este pequeño envuelto en humanidad y pobreza; otros, sin embargo, no quisieron, no pudieron…

En muchos sentidos, unos y los otros, tenemos más capacidad de acogida, más capacidad para reconocer el misterioso y profundo amor de Dios que se hace cercano en lo pequeño, lo cotidiano, lo humilde, más necesidad de este amor del que podemos reconocer.

Este 2021 a muchos nos encontró demasiado ocupados en organizar nuestros encuentros navideños después de dos años de pandemia y restricciones de movilidad… demasiados regalos, cenas, viajes… demasiadas cosas que preparar. Tal vez no tuvimos tiempo de sentarnos junto al Niño y darle a Dios un gracias sincero, sentido, profundo.

Ya pasó el ajetreo, seguimos en tiempo de Navidad. Este domingo, tomémonos un momento para ahondar nuestra Navidad 2021. Contemplemos al Niño y llevemos nuestra mirada espiritual más allá… más adentro…Él está allí, esperando ser acogido en ti.

CARMELITA MISIONERA TERESIANA

Descargar aquí: SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD