Jesús anuncia el reino de Dios a los pobres, a los menospreciados, a los marginados, a los perseguidos. En cambio, son infelices los que viven satisfechos de su riqueza y de su reputación. El Señor Jesús nos muestra los caminos para alcanzar la verdadera felicidad, muy diferentes a los que siguen los hombres. Los pobres, los hambrientos, los dolientes, los menos apreciados, todos manifiestan la misma actitud del alma: Necesidad.
La necesidad, es una actitud humilde del hombre que le permite confiar en Dios de manera absoluta e incondicionalmente. Es la actitud del hombre que no pone su confianza en los bienes y consolaciones de este mundo y mantiene su última esperanza más allá de estas cosas. Así, como nada en la tierra puede dar la felicidad perfecta que todo hombre busca, así también nada nos la puede quitar si estamos apegados a Dios. Nuestra felicidad viene de Dios.
¿Cómo podemos vivir concretamente, en este mundo, estos caminos de felicidad que Cristo nos muestra?
El testimonio de vivir como resucitado. El Amor hasta el final. Las virtudes que nos ayudan: Misericordia, bondad, hacer siempre el bien, amor a Dios y al prójimo, esperanza y perseverancia, vivir la alegría profunda, orar, entregarse al servicio de los más pobres….
El que entendió y nos aconseja, es el Beato Padre Francisco Palau:
“El hombre, en cuanto siente desorden dentro de sí, debe usar todas sus fuerzas para ponerse bien con Dios; unido a Él por el amor, puede emplear su tiempo y ordenar su vida para el bien común de los demás (CV 10).
“El amor en el hombre no puede estar ocioso… (MR 15,1).
“Estamos llamados a practicar las virtudes, cada uno según su situación, según sus fuerzas, según su estado de vida y su profesión (CV, Lección, n.14, p.317)”.
¡Sigamos estos consejos!
CARMELITA MISIONERA TERESIANA-ÁFRICA
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