UN TRIDUO PALAUTIANO PARTICULAR

Este año nos llega esta propuesta meditativa, a la vez que provocadora.

Demos un paseo por tres lugares palautianos, cada día visualizando uno de los contenidos preparados para la ocasión. Tres lugares significativos, tres citas que brotaron de un corazón herido de amor.

TRIDUO DIA 1: AITONA, CUNA DEL SANTO

La experiencia de la cueva, la experiencia de silencio y de un camino hacia adentro. Es la dinámica de quien decide buscar incansablemente el sentido del amor que habita en lo más íntimo. Un amor que desea ser encontrado, compartido y celebrado.

A poco más de dos kilómetros, a las afueras de Aitona, se encuentra la cueva adonde solía retirarse. Lugar donde también se fue gestando el Proyecto Eclesial del Carmelo Misionero Palautiano.

Espacio de silencio, oración, de entrega, de relación, de comunión.

Vedrá, marzo – La mañana del 28 (1867)

Amada mía, Iglesia santa, voy a contarte mi historia…

Dios, al criar mi corazón, sopló en él, y su soplo fue una ley que le impuso, y esa ley me dice “Amarás”. Mi corazón fue fabricado para amar y ser amado, y sólo vive de amor.

Yo no conocía este enigma. Yo no tenía de ti la más remota noticia, no te conocía, no sabía existieras, ni que fuera posible relacionarme contigo…

Mi corazón, semejante a una débil barquichuela, había extendido sus velas desde la niñez, y agitado por todos los vientos opuestos, carecía de dirección… Pasé mi niñez sin conocerte. Y al desplegar sus alas la mocedad, aumentó la pasión, y, por consiguiente, el tormento. ¡Qué infeliz era yo sin ti! Se hacía sentir en el corazón un vacío inmenso. Faltabas tú en él.

Yo, aunque muy en obscuras, te buscaba a ti. Estaba persuadido de que sólo una belleza infinita podía saciar mi corazón.

¿Dónde estabas entonces? ¡Ah, estabas tan cerca y yo no lo sabía. Estabas dentro de mí mismo, y yo te buscaba tan lejos!

Por fin, pasados cuarenta años en busca de ti, te hallé. Te hallé porque tú me saliste al encuentro. Te hallé porque tú te diste a conocer.

Tú eres la Iglesia, Dios y los prójimos… ese fue el gran descubrimiento, la gran revelación. Amar a Dios y a los hermanos…

Así la barquichuela de mi vida navegó con rumbo y horizonte…

TRIDUO DIA 2: BARCELONA, AL SERVICIO DE TODOS

Tiempo de discernimiento, tiempo de asumir la misión donde se juega la vida, lo cotidiano y toda su humanidad.

El amor puesto a prueba, desafiado por toda la humanidad de la época.

En este lugar se llevó adelante una obra Pastoral revolucionaria: “La Escuela de la Virtud”. Un modelo de enseñanza catequética que tuvo su impacto en el medio religioso, cultural, social de la época (1851).

Mis Relaciones III  “Iglesia Santa” (declaración de amor)

En ciertas estaciones me retiro a un islote, Es Vedrá. Se va la barca y yo me quedo allí solo por unos días, para unirme con Dios y su Iglesia, en fe, esperanza y amor.

Ella me preguntó:

(Iglesia) ¿Me amas?

(Padre Palau) Tú sabes que te amo. Y ya que me haces esta pregunta, recibe de nuevo un acto de amor. Sí, te amo, y te amo porque tú has robado mi corazón. Venga el cáliz, ora sea dulce, ora sea amargo, venga, yo lo voy a beber. Si he de juzgar mi amor para contigo por lo que peno y sufro por ti, mucho debo amarte, porque sufro mucho por ti.

– Si me amas, cuida de mí. Mis intereses sean tus intereses, mi gloria sea tu gloria.

– Así es. Yo por ti me olvido de mí, por ti me echo al mar. Me lanzo al peligro. ¡Oh Iglesia santa! ¡Cuida de mí, cuida de mis intereses…!

– Tú crees en mí, confías en mí, lo esperas todo de mí. Yo cuidaré de ti. Tu causa es mi causa. El cuidado de tu vida corre por mi cuenta…

TRIDUO DIA 3: TARRAGONA, UN LEGADO

Mirar hacia atrás y ver como todos los puntos se unen.

Sentir la obra de Dios en los días de la historia que se cuenta, que se vive, que se siente…que se multiplica. Hasta nuestros días…

Murió en Tarragona el 20 de marzo de 1872. Sus restos son venerados en la Capilla que lleva su nombre en el la Casa Madre de Tarragona, Estanislao Figueras, 31.

1. carta del padre Palau escrita desde Calasanz el 7 de marzo de 1872

¡Jesús!

Querida hermana: Sin duda estarás en gran cuidado sabiendo que estoy sirviendo en este hospital provincial de epidémicos. Ahora que el tifus ha cesado, aprovecho un rato que tengo libre para contarte nuestra vida durante la epidemia de este pueblo.

Atacada la población por esta epidemia, murieron el cura párroco, el cirujano, de entre la multitud de invadidos. El horror y el temblor estaban grabado en la frente de los valientes. El alcalde se encontraba también invadido, y no muy libre su familia. Los pobres, destituidos de todo socorro material, sufrían tan espantosamente que ni sus propios parientes se atrevían a acercarse a sus chozas.

Fueron llamadas las hermanas de Estadilla. Se alojaron en la casa del alcalde, y llegaron en ocasión en que estaba allí el médico mandado por el gobernador de Huesca.

No habiendo hospital donde reunir los pobres infectados, fueron a servirles a sus casas.

2. Partida de óbito de Francisco Palau, Tarragona, 21 de marzo de 1872

En la ciudad de Tarragona y parroquia de S. Juan Bautista, a los veinte días del mes de marzo de mil ochocientos setenta y dos, falleció a las siete y media de la mañana el Rdo. P. Francisco Palau, religioso exclaustrado de la orden de Carmelitas descalzos, de sesenta años de edad (…)

3. de un manuscrito del hermano José Padró (Tarragona 1909)

(P)Finalmente el Señor quiso llamar a sí al infatigable misionero. Llegó a Tarragona al anochecer del día 9 de marzo de 1872. Hospedóse en la residencia de las hermanas por él fundadas, en la calle de la Misericordia. Era superiora de la residencia la hermana Dolores Rovira. El padre Palau sintióse enfermo desde el primer momento que hubo llegado.

A los pocos días fuéronle administrados los últimos sacramentos.

Durante su enfermedad no se le oyó queja alguna. Invocaba con frecuencia el auxilio de los santos ángeles… igualmente a S. Elías, a S. José y a la Santísima Virgen.

Dos horas antes de morir pidió a los hermanos y hermanas allí presentes que rogasen por él interponiendo el valimiento de S. José.

Encargóles que se acogiesen bajo el manto protector de la Virgen del Carmen, que, siendo como era su Madre, no les abandonaría.

Besó repetidas veces y con gran fervor la imagen de Cristo crucificado. Y, por último, sin que se le notara estremecimiento alguno, entregó plácidamente su alma a Dios.

 

4. Artículo de Ángel María Pablo de la Cruz en El ermitaño, 28 de marzo de 1872, y del mismo autor, 4 de abril de 1872 (fragmentos)

Nosotros hemos sentido vivamente el inesperado fallecimiento del P. Palau y creemos que con nosotros lo habrán sentido cuantas personas habían tenido la dicha de conocerle. Pero mucho más lo habrán sentido aún los pobres y los enfermos a quienes socorría y curaba, los cuales tenían en él a un verdadero padre.

(…)Difunto el p. Palau, vistiéronle luego con el tosco hábito de fraile carmelita descalzo, cubriéndole su cabeza con el capuz del mismo, y se le colocó sobre un humilde féretro ante el cual ardieron unas cuantas luces. Muchos fueron los sacerdotes y seculares que fueron a tributarle el último obsequio de afectuoso cariño rezando en sufragio de su alma algunos responsos y otras oraciones, y llorando todos su sensible pérdida.Acordémonos que son bienaventurados los muertos que mueren en el Señor…