50 AÑOS AL SERVICIO DE LA IGLESIA (Continuación)

Avanzando en el camino, nos encontramos con nuestra hermana Mirta Rojas cmt, quien nos introdujo en el tema “Fecundidad del Amor: misión en el Padre Francisco Palau”. Nos propuso para nuestra reflexión a tres mujeres ancianas que, desde la Biblia, dan confianza a la vida religiosa. Dos de ellas se abrieron al milagro de la vida al convertirse en madres con vientres estériles en una edad avanzada. La otra, vivió toda su vida a la espera del Mesías. Nos referimos a Sara, Isabel y la profetisa Ana. Mujeres ancianas e infértiles, signos de esperanza para la vida religiosa.

El trabajo de la mañana consistió en un acercamiento a cada una de estas mujeres de la Biblia, eligiendo a una de ellas y entablando un diálogo eclesial al estilo Palautiano, descubriendo a la Iglesia a través de su testimonio.

El relato de estas mujeres nos ha iluminado para ver signos de fecundidad en la vida de cada una de ellas y en nuestra propia vida. En la puesta en común de la jornada de la tarde, compartimos algunos aspectos de nuestro ser Iglesia a través del testimonio de estas mujeres: Iglesia servidora, proclamadora, acogedora; Iglesia de la esperanza, profeta; Iglesia fiel a la promesa…

La lectura, en común, de los relatos del Padre Palau contenidos en el libro Mis Relaciones 22,13-18 (966-969); 15,1-5 (906-907), nos ayudaron a reflexionar sobre los signos de fecundidad que encontramos en el Padre Palau: Una historia de amor en continua búsqueda de la Iglesia, su “Cosa Amada”, abierto siempre a los planes de Dios sobre él.

El martes día 7 hicimos un STOP en el camino para celebrar la fiesta de nuestro Fundador. Día de alabanza y acción de gracias al Señor por el regalo de su vida y carisma. Un día que para nosotras fue diferente por encontrarnos lejos de nuestras comunidades, aunque en comunión con ellas. El centro de todo fue la Eucaristía, concelebrada por un nutrido grupo de padres carmelitas que compartieron también nuestro “ágape fraterno” en un ambiente distendido y de espíritu de familia. Todo muy bien preparado y solemnizado por las hermanas de esta comunidad.

Al día siguiente, seguimos ahondando en el tema “Fecundidad del Amor: misión en el Padre Francisco Palau”, desarrollado por nuestra hermana Mirtha. La lectura comentada de algunos textos de Mis Relaciones y de las Cartas, nos introdujo en la trayectoria histórica de la vida de Francisco Palau marcada por la búsqueda de su amada la Iglesia, incipiente en su niñez e impulso decisivo en su juventud.

El Padre vivió todo un proceso de búsqueda hasta llegar a la convicción de la misión. Ésta no es un añadido a su talante contemplativo, sino la expresión más clara de la verdad de esa contemplación. De ella surge su compromiso misionero de amor y servicio a la Iglesia.

Vamos descubriendo cómo la fecundidad palautiana tiene una profunda relación con el amor. Nacemos como fruto de esta experiencia de amor a la Iglesia, experimentada como Dios y los prójimos y contemplada en María, tipo perfecto y acabado de esta Iglesia.

La misión da sentido y actualidad a nuestra identidad carismática. A cada una de nosotras nos toca enriquecer este carisma. Como Congregación nos corresponde encarnar y personalizar la experiencia eclesial de Francisco Palau, cada una según sus vivencias. La misión también es contemplación, vida comunitaria y apostolado. Servicio que realizamos en el Cuerpo de Cristo-Iglesia, y que se convierte en misión compartida: compartimos misión, compartimos carisma, compartimos vida.

Para vivir una vida seria de Carmelitas Misioneras Teresianas es necesario entrar en un proceso serio de conversión. Significa también retornar a la fe, a la persona de Cristo-Iglesia. El Padre nos da instrumentos para el camino: la virtud y el servicio.  En este proceso de cambio descubrimos que la fecundidad tiene algo que ver con nuestras relaciones. Nuestro Dios es relación, las tres personas de la Santísima Trinidad son relación. Cristo es relación en comunión con los hermanos: Yo soy Iglesia, nosotras somos Iglesia, Cristo es Iglesia. Se trata de unas relaciones profundas, abiertas, recíprocas, gratuitas… En el ámbito de las relaciones el P. Palau se siente fecundo y hace visible la belleza de la Iglesia.

Somos misioneras por esencia y por carisma. La misión no es una dimensión más de la vida sino la razón de existir como familia siguiendo las huellas de nuestro Fundador.

Agradecemos a la hermana Mirtha el habernos acercado al P. Palau con mirada nueva y espíritu de fe. Nos ha motivado a vivir la transformación desde la vivencia del carisma anunciando a la Iglesia, misterio de comunión, y comprometiéndonos en su servicio.

Como broche final de la segunda semana de nuestro proceso de renovación, el día 11 fuimos a Assisi, ciudad de San Francisco y Santa Clara, acompañadas del Padre Silvano Giordano ocd, quien nos hizo de guía por cada uno de los lugares históricos de la ciudad. Nuestra primera parada fue en el santuario franciscano de Rivotorto, cuna de la fraternidad franciscana. Allí participamos en la Eucaristía celebrada por el Padre Silvano. En su homilía destacó unos fragmentos del testamento de Francisco, que nos impactaron por contener algunos aspectos de su vida no conocidos hasta el momento, como por ejemplo, que en el corazón de Francisco no existía la voluntad de ser fraile ni hacer fundación alguna. Cosa que no fue así por voluntad de Dios.

Llegamos a la ciudad de Asís, con un patrimonio histórico inestimable, símbolo de un mensaje de Paz, que se respira a cada paso por sus hermosas calles, típicas de la época medieval. Además, Asís está ubicada en un paisaje increíble, rodeado de campos verdes y olivares que favorece a la oración de alabanza, contemplación y acción de gracias. Visitamos los lugares más emblemáticos y significativos de la ciudad: Basílica de San Francisco, Basílica de Santa Clara, San Damiano, la Porcíncula, en Santa María de los Ángeles… En cada uno de estos lugares acogimos el mensaje de estos dos grandes santos del medievo. Francisco, hombre de corazón alegre y humilde, que supo aceptar la voluntad de Dios en su vida, y fue capaz de ver la grandeza de Dios en la pequeñez del hombre. De la misma manera Santa Clara nos enseña a ser humildes y a reconocer que el sufrimiento ofrecido a Jesús es fuente de santidad.

El Señor nos concedió la gracia de sentirnos peregrinas junto a nuestros hermanos peregrinos que viven y testimonian su fe, mensaje de salvación.

El “poverello” de Assisi comprendió que todo carisma que da el Espíritu Santo hay que ponerlo al servicio del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, una Iglesia que él descubre en los más pobres y necesitados. Seis siglos más tarde, el Padre Palau nos transmite un mensaje similar, pero desde una experiencia mística original sobre la Iglesia como misterio de comunión: Dios y los prójimos en unidad. De manera que en Asís, nos sentimos doblemente Iglesia.

Que la sencillez de San Francisco y Santa Clara, su humildad, su amor a Cristo, su bondad con todo hombre y con toda mujer, nos ayude a ser alegres en toda ocasión.(Continuará)