Conmigo os he llevado a cada una de vosotras y en mi persona ha bendecido a toda la Congregación.
Nos ha invitado a no perder la alegría, aún en medio de las dificultades y sobre todo a ser fieles a nuestro carisma de amor generoso, apasionado por la Iglesia. Un amor hecho de gestos concretos, de palabras sanadoras, de relaciones fraguadas en la caridad. Ha subrayado en varias ocasiones el no caer en la tentación de vivir la mundanidad espiritual, una de las cosas más difíciles de vencer en la vida religiosa actual.
Pido a Dios que la gracia que hoy hemos recibido, sostenga nuestra fe y nos impulse en la misión. Que las palabras del sucesor de Pedro alienten nuestra vida y nos ayuden a vivir en fidelidad.
Gracias, hermanas por vuestra oración que ha sostenido este momento histórico tan importante.
Hermana María José Gay Miguel
Animadora general