EL AMOR EXTREMO DE CRISTO. «…habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1). El amor de Jesucristo es un amor divino, pues Él es el Hijo de Dios, hecho hombre sin dejar de ser Dios. Por eso su actuación nos sorprende tantas veces, nos desconcierta incluso, se nos hace incomprensible. En el pasaje de hoy eso es lo que le ocurre a San Pedro, no le cabe en la cabeza que Jesús lave los pies a sus discípulos, cuando ese menester era tan humillante que no se le podía exigir, según las leyes judías contenidas en la Mina, a ningún hijo de Israel. El gesto del lavatorio lo dice todo. Demuestra que ha venido a servir y no a ser servido, está dispuesto a dar la vida por todos.