Cuando “no queremos escuchar” nos deshacemos de aquello o aquel que nos está mostrando o diciendo lo que “nos tendría que movilizar” hacia un cambio, hacia un reconocer que hay algo en nosotros que no va bien…en mi persona, mi familia, mi Iglesia…Hoy, en la primera lectura (Jer 38, 4-6. 8-10) vemos cómo los jefes, con el permiso de Sedecías, rey de Judá, descontentos con los anuncios de Jeremías, lo lanzan al pozo para así olvidarse de su mensaje.

En nuestras vidas también hay pozos donde vamos poniendo lo que pueda cuestionar o poner límites a “nuestros” planes y proyectos, deseos y ambiciones, en un vano intento de acallar la conciencia y el llamado de Dios… Y es que amarlo, seguirlo y tomarnos en serio el Reino pide fidelidad, perseverancia, cambios, opciones, desprendimientos… y esto no siempre es fácil.

Pero Dios, que nos conoce, nos da el secreto para no necesitar esos pozos y hacer camino con Él con libertad, verdad y alegría: “Corramos con perseverancia en la carrera que se abre ante nosotros, fijos los ojos en Jesús” (Heb 12, 1-4). Si lo hacemos así podremos también vivir con valentía y paz las “divisiones” de las que nos habla Jesús en el Evangelio (Lc 12, 49-53), que no son otras que las consecuencias de vivir con radicalidad el seguimiento de Cristo, la entrega y servicio al Reino.

También nuestras culturas, nuestra sociedad con sus diversos sistemas, incluso la Iglesia como institución, han construido sus pozos… sus pozos del olvido, de la indiferencia, del “no querer saber o ver” … del no compromiso. Y muchos de nosotros, creyentes, frente a esa realidad actuamos como el rey Sedecías cuando dijo a los jefes “Lo dejo en sus manos pues el rey no puede oponerse a los deseos de ustedes” y vamos llenando los pozos…los muchos pozos.

Hoy, domingo 18 de agosto del año 2019 dejémonos “abrasar” por el fuego que Jesús vino a traer, asumamos que  seguirlo con radicalidad nos traerá  problemas, y miremos al etíope Abdemélec que, con su corazón lleno de misericordia y asumiendo que no es más que un extranjero  que trabaja en el palacio, es capaz de compadecerse e ir en defensa del vulnerable, es capaz de reconocer el valor del mensaje de Jeremías y de lo injusto e innecesario que fue lanzarlo al pozo, pozo, es capaz de enfrentar al rey y decirle “Estos hombres hacen mal tratando así al profeta Jeremías; lo han arrojado en el pozo, donde va a morir de hambre”.

CARMELITA MISIONERA TERESIANA AMÉRICA