Pobreza: proglamar que los bienes son para la vida
Los bienes puestos al servicio del ser humano: de la Iglesia.
La función de las cosas materiales es ser lugar de encuentro con Dios y los hermanos, mostrando que la persona vale no por lo que tiene sino por lo que es.
A través de los votos aprendemos la apertura a Dios y a los demás. Los bienes son un valor social. Percibimos la exigencia de trabajar para crear una sociedad más justa y humana.
Los votos se han de vivir desde la solidaridad. El voto de pobreza nos hace libres “Mírale en este cuerpo llagado … “ (C 42,1) “Cuanto haces a tus prójimos lo haces a mí porque yo soy ellos y ellos son la Iglesia (MR 8,12)
El gran reto son los pobres, los preferidos de Jesús, estos están hoy muy cerca de nosotras y nos desafían a mirarnos, a ponernos en camino, a abrirnos a los otros con sentido solidario, a velar por la vida allí donde se encuentra extremandamente debilitada, en las periferias de nuestras ciudades, en las escuelas, en los hospitales, en el trabajo social, en todas partes.
ES URGENTE RECOSTRUIR VIDAS ROTAS. Este estilo de pobreza, sinónimo de solidaridad, es una llamada social a la práctica de la justicia y exige una opción clara, solidaria, liberadora, de cara a la liberación integral de la persona humana. Nos toca a nosotras vivir la inclusión, entrar en el camino de las relaciones salvadoras.
Obediencia: Vivir en búsqueda
Él Voto de obediencia es el eco que acompaña a los otros dos. Nos dispone a “querer lo que Dios quiere, no querer lo que no quiere…”
Es vivir la libertad en comunión con aquel que es fuente de la existencia humana, Jesús -cabeza del cuerpo-, en actitud de disponibilidad para cumplir su voluntad.
Cada mañana el Señor despierta mis oídos y yo escucho para poder así descubrir cuál es la mejor manera de usar nuestros talentos y habilidades, que son regalo de Dios, para salir al encuentro de las necesidades de la Iglesia.
La obediencia es “escuchar atentamente” para acoger y alentar; para secundar el dinamismo de Dios en la historia. Obedecemos cuando nos implicamos vitalmente en las búsquedas de Dios en nuestro mundo.
Una espiritualidad de lo cotidiano significa que el lugar por excelencia del encuentro con Dios es la vida ordinaria. El voto de obediencia se actualiza hoy en un ámbito personal y comunitario de escucha a Dios en todas las realidades de la vida.
Con estas reflexiones finalizamos las jornadas dedicadas a AMOR DE GRATUIDAD Y ALABANZA. Agradecemos a nuestra H. Mª Carmen Arroyo, CMT, todo lo compartido durante estos días.