La “misión” es un don para compartir la fe evangelizando. Según nuestro carisma en la comunidad de la Iglesia, somos enviados a cumplir la misión a la que hemos sido llamada. A la Iglesia consagramos nuestra vida entera.

Para escuchar y cumplir la misión, tenemos que cuidar todas las dimensiones de nuestro ser. Aceptarnos yal como somos, con verdad y humildad. Como personas consagradas tenemos una dimensión especifica: la espiritual.  Cristo es el que viene a sanar, a liberar, a fortalecer, a dar vida y vida abundante.

La madurez espiritual es un proceso que hay que mimar, en los sacramentos y la oración.

Vivir la vida, lo esencial, con sentido. Vivir, desde la fe, con gratitud el presente y el futuro, con esperanza.

JUAN PABLO II en “Vita consecrata”(1996) resalta la dimensión profética de testigos en la vida consagrada.

Recuerda a Elías como figura de la vida consagrada monástica: profeta audaz y amigo de Dios. Elías vivía en su presencia y contemplaba en silencio su paso. Intercedía por el pueblo y proclamaba su voluntad. Defendía los derechos de Dios y de los pobres.

Manifiesta que la verdadera profecía nace de Dios, de la amistad con Él, de la escucha atenta de su palabra. Acoge esta palabra al calor de la oración y la proclama con la vida.

Hoy urge apurar todos los medios y recursos humanos para testimoniar la primacía de Dios y de los bienes futuros en nuestro mundo.

Una especial fuerza persuasiva de la profecía deriva de la coherencia entre el anuncio y la vida.

ÁMBITOS PASTORALES

  • Ámbito de la caridad. Voluntariado o servicios.
  • Grupos u organizaciones de ancianos, catequesis, grupos de Biblia…
  • La liturgia.
  • La familia. Revalorizando el papel educativo.
  • La contemplación y la oración. Por todos, por la comunidad, necesidades de la Iglesia y sociedad..
  • Ámbito sanitario. Acompañar cuando se pueda. También, cuando se sufre la enfermedad, ofrecerse en el camino de la cruz,  dando testimonio de la confianza en las manos de Dios.
  • Compromiso a favor de la cultura de la vida.

Cuando se pasa de una vida de trabajo intenso, incluso profesional, a esta etapa de liberación o jubilación con sus características, los sentimientos de pérdida pesan y hay que enfocarlos desde los valores, sin dejarse llevar por los sentimientos.

Terminamos el tema con unas pautas de reflexión.

D. José María López, como historiador y vecino de Gotarrendura, Ávila, nos ha presentado una reseña del trabajo que ha realizado, con otros colaboradores, del Palomar de Santa Teresa. Exposición muy rica y detallada del lugar y de la relación con la Santa, evocaciones de su infancia en su experiencia mística.

Antes del mediodía hemos tenido el gozo de saludar a la Hna. Mª José Gay, Animadora General, a su regreso de Camerún, África.

Como cada tarde, hemos terminado la jornada con la celebración de la Eucaristía. Después de la cena hemos tenido una agrable recreación en la que se ha puesto de manifiesto el espíritu festivo carmelitano.