PROGRAMA DEL RETIRO

  • Inicio del Retiro juntos.
  • Mañana: Buscar el mundo en el corazón de Dios y a Dios en el corazón del mundo.
  • Tarde: La santidad.
  • Terminamos junto el retiro con el rezo del vía crucis Palautiano.
(Se puede iniciar juntos el retiro escuchando el audio:

“Ante la cruz: la gente del viernes santo” – José María Rodríguez Olaizola.

«En la cruz está la vida y el consuelo y ella sola es el camino para el cielo. En la cruz está el Señor de cielo y tierra y el gozar da mucha paz, aunque haya guerra. Todos los males destierra de este suelo y ella sola es el camino para el cielo. Es una oliva preciosa la santa cruz, que con su aceite nos unta y nos da luz. Alma mía, toma la cruz con gran consuelo. Que ella sola es el camino para el cielo». (Santa Teresa de Jesús)

Rezamos a dos coros:

_“Oh Cristo crucificado y victorioso, tu Vía Crucis es la síntesis de tu vida, es el ícono de tu obediencia a la voluntad del Padre, es la realización de tu infinito amor por nosotros pecadores, es la prueba de tu misión, es el cumplimiento definitivo de la Revelación y de la historia de la salvación. El peso de tu cruz nos libera de todos nuestros yugos.

_En tu obediencia a la voluntad del Padre nos damos cuenta de nuestra rebelión y desobediencia. En ti vendido, traicionado y crucificado por tu gente y por los que te son queridos, vemos nuestras traiciones cotidianas y nuestras infidelidades frecuentes. En tu inocencia, Cordero inmaculado, vemos nuestra culpa. En tu rostro abofeteado, escupido y desfigurado vemos toda la brutalidad de nuestros pecados.

_En la crueldad de tu Pasión vemos la crueldad de nuestro corazón y de nuestras acciones. En tu sentirte “abandonado” vemos a todos los abandonados por los familiares, por la sociedad, por la atención y la solidaridad. En tu cuerpo despojado, malherido y arrastrado vemos los cuerpos de nuestros hermanos abandonados en las calles, desfigurados por nuestra negligencia y nuestra indiferencia.

_En tu sed, Señor, vemos la sed de Tu Padre misericordioso que en Ti ha querido abrazar, perdonar y salvar a toda la humanidad. En Ti, divino amor, vemos aún hoy a nuestros hermanos perseguidos, decapitados y crucificados por su fe en Ti, ante nuestros ojos o con frecuencia con nuestro silencio cómplice.

_Imprime Señor en nuestros corazones sentimientos de fe, esperanza, caridad, de dolor de nuestros pecados y ayúdanos a arrepentirnos de nuestros pecados que te han crucificado. Llévanos a transformar nuestra conversión hecha de palabras en conversión de vida y obras. Haznos custodiar en nosotros el recuerdo vivo de tu Rostro desfigurados, para no olvidar nunca el inmenso precio que has pagado para liberarnos.

_Jesús crucificado, refuerza en nosotros la fe que no cede a las tentaciones, reaviva en nosotros la esperanza que no se desvía siguiendo las seducciones del mundo, custodia en nosotros la caridad que no se deja engañar por la corrupción y la mundanidad. Enséñanos que la Cruz es el camino a la Resurrección.

_Enséñanos que el Viernes Santo es el camino hacia la Pascua de la luz, enséñanos que Dios no olvida nunca a ninguno de sus hijos y no se cansa nunca de perdonarnos y de abrazarnos con su infinitita misericordia y enséñanos también a no cansarnos nunca de pedir perdón y de creer en la misericordia sin límites del Padre. (Papa Francisco – 2015)

Es cierto, la pasión y muerte de Jesús —como dice Guardini— son, desde un punto de vista humano torturantes y difíciles de soportar.  Nos obligan a preguntarnos si la verdadera grandeza del hombre no consistirá precisamente ni en la grandeza, ni en el brillo, ni en el esplendor ni en el poder. Ser hombre debe ser otra cosa. Morir lleno debe ser otro modo de morir. Los verdaderos valores del hombre tienen que ser forzosamente otros y la pasión de Jesús tendrá que descubrírnoslo”.

BUSCAR EL MUNDO EN EL CORAZÓN DE DIOS Y A DIOS EN EL CORAZÓN DEL MUNDO

El mundo ha nacido del corazón de Dios, que es amor (1 Jn 4,8). En su corazón sigue estando y hacia su corazón se dirige. Por eso podemos decir que al movernos por la realidad tenemos que buscar en ella a Dios; y al contemplar a Dios tenemos que ver al mundo en su corazón.

Este es el desafío contemplativo del creyente y es también el fundamento de todo compromiso con la transformación de este mundo. Al abrir los ojos, nos encontramos con la belleza de la creación, con la bondad de las personas, con fidelidades incondicionales que nos han acompañado durante toda la vida con una gratuidad sorprendente y están inscritas para siempre en la columna vertebral de nuestra identidad.

Inevitablemente tropezamos también con el dolor, con las injusticias que nos hacen dudar del corazón humano, con la incertidumbre de los hechos que ocurren, que sorprenden, que cuestionan. Pero el dolor y la incertidumbre no es la última verdad. El sufrimiento también alcanza a Dios. El corazón de Dios también tiene cicatrices.

Sabemos, que, al crearnos, Dios no puede crear otros infinitos, sino seres limitados en un escenario limitado. Los límites nos acompañan siempre. Cuando vivimos los límites cortados por Dios, nos vamos desangrando en los rincones de la queja; pero cuando los vivimos en comunión con el Ilimitado, experimentamos la fuerza de la resurrección, que nos rehace por dentro y nos devuelve al mundo para realizar los nuevos sueños que se han ido gestando dentro de nosotros, en medio de las piedras que nos han estado cercando como sepulcros.

La experiencia de la resurrección no sólo llega a nosotros como una luz que se enciende de repente, sorprendiendo nuestros procesos interiores, sino como una maduración lenta de la cruz en el árbol de la vida.

Desde esta experiencia de lo humano, que solo se encuentra en el “abajo” de la realidad, no dejamos que el desencanto propio de nuestra cultura sea el pozo que se nos vaya asentando en el corazón, en las coyunturas y en la sensibilidad. Ni la diversión continua ni el consumismo, que nos suavizan y anestesian la vida con sensaciones superficiales cada vez más audaces y sofisticadas, que nunca cesan de llegar a nuestros sentidos, nos podrán ofrecer lo que sólo se encuentra en el amor comprometido hasta las cruces cotidianas donde experimentamos que el Dios crucificado nos acoge y resucita con nosotros, en el éxtasis de la transfiguración.

La contemplación de los crucificados de la historia y el compromiso con ellos nos van a conducir a encontrarnos con Dios, que es Amor, y a adentrarnos en su misterio de una manera siempre más honda, más allá de lo que podemos imaginar.

Ocuparte en bien de los otros por Dios es cuidar de Dios, y cuidar de Dios en su cuerpo moral, es ser en verdad de Dios. Para la vida solitaria es necesario tener gran comercio con Dios, relativo a los asuntos de la salvación de los hombres. Eso es lo último de la perfección. Ora a ratos por las necesidades del cuerpo llagado de Jesucristo y ocúpate enteramente en la salvación de los otros. Ese es tu camino. Ocupándote del bien de los otros, ordenarás tus fuerzas, tus virtudes, tu tiempo, tu vida a la salvación del prójimo. Estas virtudes para que sean verdaderas perlas y piedras preciosas que brillen en el templo de Dios, es necesario que pasen por manos de muchos artífices que las pulirán al fuego y a golpes de martillo. Quiero decir, que para que lo que hacemos en bien de los otros sean virtudes sólidas, es necesario que concurran muchas circunstancias que las hagan buenas. 5. Las piedras preciosas que son verdaderas son muy raras; hay pocas, pero valen mucho; hay muchas que son falsas y de éstas nos tenemos que purificar. No se ha de adornar el cielo de ninguna piedra preciosa que sea falsa. Estas las hemos de arrojar. Para discernirlas, para conocer cuáles son falsas y cuáles son verdaderas, es necesario estudio, comercio, tiempo y experiencia. Quiero decirte que, al principio, todo lo que brilla parece piedra preciosa, después el tiempo te hará conocer cuáles son las virtudes sólidas ordenadas al bien de los prójimos y cuáles son falsas. Ocúpate con todas tus fuerzas en comerciar con piedras preciosas, y con el tiempo y el trabajo serás al fin buena comerciante “(Cta 6)
Mírale en este cuerpo que es su Iglesia, llagado y crucificado, indigente, perseguido, despreciado y burlado. Y bajo esta consideración, ofrécete a cuidarle y prestarle aquellos servicios que estén en tu mano. Mírale además como a señor y dueño y rey del mundo, y como no reina en nosotros sin nosotros, sino con nosotros, en nosotros y por nosotros, bajo este punto de vista ofrécetele también a cuanto quiera de ti” (Cta 42)

 

          ¿Qué te sugieren los textos? ¿A qué te invitan?

                                 ¿Dónde y en quién está tu centro y tu corazón?

                                                   ¿A qué te está llamando Dios en este momento?

 

“¿Amas? ¿qué amas? Donde está el amor, está el corazón; donde está el corazón, está toda la plenitud y fuerza de tus afectos; donde están éstos, está tu alma toda, tus pensamientos, tus potencias y sentidos. ¿Amas a Dios de todo tu corazón?” (MM 2,4).

                          Por la tarde…

LOS SANTOS DE LA PUERTA DE AL LADO

“Cualquier hombre puede ser un santo en el mismo instante que lo quiera, aunque exteriormente, a los ojos del mundo, él no sea nada más que vicio y fango.

Cuando, durante una vida entera, los demonios de su corazón se disputaron su ser y ese hombre se precipitó sucesivamente, con toda la evidencia de sus apetitos, en dirección a los innumerables espejismos del orgullo y de los instintos, en dirección a los fantasmas engañadores y mentirosos que son las pasiones humanas, llegará un momento en que se sentirá acabado. Está consumido, aniquilado, vacío.

De esa ruina, ese ladrón, ese borracho, ese solitario, irremediablemente entregado a su vicio, a no ser que haya un milagro de la gracia, ¿quién querría aún saber de El? Solo Dios puede acoger este destrozo. Dios y solo Dios, porque ¡Nadie caerá demasiado bajo a los ojos de Dios!

Esa basura, esa porquería, ese desecho que vosotros los hombres ya no queréis, que ya no quiere nada de si mismo, dádmelo, dice el eterno, y que El acepte humildemente reconocer su miseria, agarrarla y luchar. Entonces, para mi, esa vida de vergüenza y de ignominia a los ojos de todos, yo la consumiré como el incienso.

Imaginad al Señor viniendo a nosotros como un chatarrero. Va recogiendo nuestros desperdicios, nuestros desechos, nuestros restos para transformarlos en cosas nuevas.

En un mundo en el que tenemos cada vez más niños heridos por la vida, será precisamente toda esa fragilidad psicológica y afectiva la que se transformará en camino para la santidad. Todo lo que nos parecían limitaciones se transformará en medio de santidad.

Si, entramos en la era de la santidad de los pobres, de los pobres de amor, de los pobres de afecto, los pobres de cultura, de abrazos, de ternura. Creo que cuanto más carga un ser una limitación o una herida, tanto más ese sufrimiento lo precipita en el corazón de Dios. Hay siempre una relación infinita entre el abismo en el que el hombre vive y la ternura de Dios. Nunca un hombre será más herido por la vida que amado por Dios. Nunca”.

El camino de la imperfección, André Daigneault

“La cruz y los crucificados serán el lugar de acceso a la divinidad precisamente por ser lo que no interesa. En un mundo que tanto entiende de intereses, solo en lugares desinteresados, y por desinteresados, se podrá encontrar el Espíritu del Viviente. Viviente que es crucificado, Jesús es el que vive con Dios para siempre. Jesús no quedó para siempre en el lugar de la muerte, sino que el Padre lo resucitó de entre los muertos constituyéndolo Ungido y Señor.

El vivir hasta desvivirse de Jesús ha resultado ser la expresión de la humanidad querida por Dios, la manifestación de la humanidad de Dios: Jesús es el hijo amado de Dios. En la cruz se descubre el Amor y se reconoce su profundidad.

Si el creyente percibe la cruz y la abraza, empieza a percibir que la cruz es salvación. La cruz nos libera de la blasfemia e idolatría. Nos libera de la utilización interesada de la divinidad, de creernos con méritos y gracias especiales, nos libera de la mentira de nosotros mismos y de la realidad.

El Espíritu expirado en la cruz nos libera del fatalismo de lo “normal y natural”, del “siempre se hizo así”, del “ya no podemos cambiar”, nos abre los ojos para ver toda la realidad con ojos nuevos. La cruz nos pone de cara a nuestra verdad, sin tapujos ni máscaras, desnudos, frágiles, pequeños.

El espíritu de Jesús nos da la posibilidad de cambiar la mirada, de situarnos en la realidad de un modo distinto, desde la libertad liberada. Como es Espíritu de Vida, nos da la posibilidad de vivir libres y sin temor. Un temor que se funda últimamente en el miedo a la muerte en todas sus formas (aquellos que por miedo a la muerte vivían toda la vida como esclavos).

¿Qué mejor cosa que la alienante esclavitud respecto de los ídolos que me ofrecen seguridad? Seguridad aparente, pues nos evita aceptar que el origen de toda violencia es mantener a ultranza lo que no se puede mantener: la imagen y poder, caiga quién caiga. Nos aferramos tanto a la vida que vamos muriendo sin darnos cuenta en el afán de preservarnos.

La cruz de Cristo no promete inmortalidad. La cruz no engaña. La cruz del viviente invita a vivir la vida en manos de la Misericordia. Cuando nuestra vida está anclada en la Vida, surge la libertad de los hijos de Dios.  La vida deja de ser una lucha deshumanizadora para asegurarnos la inmortalidad”.

“Vida Religiosa a la apostólica”. Toni Catalá, sj

¿Qué te sugieren estos textos? ¿Qué invitación concreta te hace la Cruz de Cristo en este tiempo presente? ¿y esta etapa de cuarentena? En la cruz de tu vida ¿Cómo brota tu entrega a los demás?

Terminar el retiro de Viernes Santo con el vía crucis Palautiano: “abrazar el misterio de la Cruz”.

Via crucis en español: 6b.- Via crucis, viernes santo

Way of the cross:  6b.- Via crucis, Good friday_eng

Chemin de croix: 6b.- Chemin de croix_ fr_