La situación afuera no ha cambiado, los judíos los persiguen, están en peligro, real, sin embargo el experimentar la presencia cierta del Señor cambia todo “por dentro” … de cada uno y de la comunidad… Que las cuarentenas, la distancia social y la incertidumbre no nos quiten la capacidad de dejarnos sorprender por la presencia de Cristo vivo. ¡Abramos los ojos de la fe! y reconozcamos esas heridas llenas de “otra Vida”…
Por alguna razón, esa tarde, Tomás no estaba para alegrarse con sus hermanos y hermanas al ver al Señor y tampoco quiso creer en el testimonio de su comunidad; él quería también, personalmente, no sólo ver al Señor sino además “tocar sus heridas”… Esa era su exigencia para creer en la Resurrección del Maestro.
Aquí hay una gran invitación a valorar y agradecer la comunidad creyente a la que pertenecemos y de la cual hemos recibido y recibimos tanto para crecer y ahondar nuestra vida de fe. Tal vez estos momentos de pandemia, en que muchos nos vemos privados de la comunidad física, sea una bendita oportunidad para reconocer cuánto significa en nuestras vidas el calor de un abrazo, la intimidad que se crea en torno a una vela encendida y el compartir la Palabra, el calor que sentimos al escucharnos unos a otros cuando se abre el corazón y se comparte la vida. Seamos mujeres y hombres agradecidos, agradezcamos por esos hermanos y hermanas con los cuales hago camino comunitario, por ese espacio que muchas veces damos por descontado, como derecho, como si tuviese que ser así, cuando en verdad es un regalo, un don y una oportunidad.
En este segundo domingo de Pascua, domingo de la Misericordia, abramos los oídos del corazón para escuchar – en estos precisos momentos de la historia- a Jesús diciéndonos “La paz esté con ustedes”, y quizás también ,“Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás exige a Jesús según sus propias expectativas y Él se lo otorga; se presenta allí, le muestra sus llagas y se las ofrece para que las toque; no se enoja con Tomás y con su fe pequeña sino que simplemente advierte a todos que hay otra manera de creer en Él más honda, libre y gratuita:
¿A qué me está enviando Jesús en estos días
de pandemia, cuarentenas, muerte, miedo y esperanza?
¿Qué siento que el Señor le está pidiendo a mi corazón creyente en estos días?