Así es como yo me he experimentado en esta causa Congregacional “de rescate y liberación” de niños y jóvenes. Como miembro del Equipo General de Animación  gobierno, me siento dichosa y feliz de haber tenido la oportunidad de  “estar”, orar, apoyar, la liberación y cuidado de tantas vidas inocentes sometidas a la trata, tortura , esclavitud … por redes de explotación y perversidad.

Vivir esta experiencia Congregacional me ayudo a visualizar con más realismo la sociedad en la que vivo, y ser más consciente del grado de maldad del ser humano. Esto hace que me implique y comprometa más a vivir mi consagración atenta al grito de dolor, opresión y muerte de los vulnerables, a causa del placer incontrolable de los mafiosos. A responder a cada situación en defensa del derecho de la VIDA con dignidad y libertad de cada ser humano. Convencida de que el que “entrega/pierde su vida la encontrara…“

Cuando nos embarcamos en la colaboración y apoyo de esta causa como equipo, me surgían muchas interrogantes, incertidumbre, sin deslumbran que el remar mar adentro, “el Señor que no se deja ganar en generosidad”, nos tenía preparada la gran sorpresa, el regalo de la liberación y vuelta a la VIDA de tantos niños y jóvenes, ofreciéndoles el cariño y cuidado amoroso de mamá Ángel”.

El proceso no fue fácil, me exigió abandono y confianza en las mediaciones, ya que en un principio no todo se podía comunicar y cuando Hna. Ma. José nos pedía intensificar nuestra oración, al sentir su voz o ver su rostro de preocupación y dolor se conmovían mis entrañas y experimentaba mi impotencia y limitación y como María al pie de la cruz contemplaba al Crucificado en tantos rostros desfigurados pero también celebrábamos el gozo y la alegría, cuando emocionada y feliz, nos anunciaba nuevos rescates.

Hoy puedo decir con certeza que ha merecido la pena, que merece la pena y que es un privilegio que como Congregación el Señor nos haya proporcionado la ocasión de colaborar en esta causa de cuidar y proteger la vida, que sin duda para mi es obra de Dios. Me siento orgullosa y agradecida por todo lo que esta experiencia me ha aportado como persona y como Carmelita Misionera  Teresiana. Mi corazón late diferente y mi oración contempla el “arco iris”. La palabra que me brota es ¡GRACIAS!
Sigamos hermanas apostado por la vida, no la ahoguemos con nuestras actitudes. Como mujeres, como Iglesia, estamos llamas a engendrar, a dar VIDA. FIAT

 

 

Hermana Inés Fernández, vicaria general CMT

 

Versión descargable aquí: Testimonio hermana Inés Fernández