Jesús conoce lo que hay en el corazón de cada uno. En la cena había urgido a Judas a que hiciera pronto lo que pensaba hacer. ¿Qué pasaba por la cabeza de este que, llamado por Jesús, no ha terminado de conocer el camino trazado por el Maestro? Sin duda chocan dos proyectos. El de Jesús es de paz y amor a todos. El de Judas no sintoniza con estos planteamientos.

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

—«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»

Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

—«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»

Él contestó:

—«Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: «El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.»»

Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

—«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»

Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

—«¿Soy yo acaso, Señor?»

Él respondió:

—«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él;pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!;más le valdría no haber nacido.»

Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

—«¿Soy yo acaso, Maestro?»

Él respondió:

—«Tú lo has dicho.» Mateo 26, 14-25

 

«Para mí, la figura que más me hace pensar en la actitud del Señor con la oveja perdida es la actitud del Señor con Judas. La oveja descarriada más perfecta en el Evangelio es Judas. Él es un hombre que siempre, siempre tenía algo de amargura en el corazón, algo para criticar de los demás, siempre distanciado: un hombre que no conocía la dulzura de la gratuidad de vivir con todos los demás. Y dado que esta oveja no estaba satisfecha, escapaba. Judas escapaba porque era un ladrón, otros son lujuriosos e igualmente escapan porque existe esa tiniebla en el corazón que les aleja del grey. Estamos ante esa doble vida que existe en tantos cristianos»   Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2016, en santa Marta.