El que vive según Cristo es una creatura nueva;

para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo.

 

Hoy recibimos esta hermosa invitación (2Cor 5, 14-17): renovarnos en Cristo, hacer de nuestra existencia, de nuestro mundo, de nuestro hoy, algo nuevo… dejar que Cristo exista y mueva mi mundo interior de tal manera que vaya surgiendo en mí, en mis relaciones, en mi existencia toda, eso inédito y original que llevo dentro como sello del Dios que me ha creado.

Este paso a la novedad pide atrevernos, arriesgarnos, decidirnos, a emprender una larga travesía y luego perseverar en ella; es vivir el “vamos a la otra orilla” del evangelio de hoy… (Marcos 4, 35-41). Vamos a la otra orilla, vamos a la criatura nueva…

Comenzaremos serenos, llenos de entusiasmo, pero en el viaje vendrán las olas, las tormentas, los miedos, las dudas…Por momentos nos parecerá que era mejor no emprender este recorrido, que en la orilla conocida estábamos seguros, que el movimiento de las aguas está removiendo cosas que no quería ver ni recordar, que el viento fuerte de la verdad pega fuerte en el rostro y duele, que, aunque voy acompañado de otros, me siento solo con mis miedos y mis vacilaciones.

Y de pronto recuerdo que lo cierto es que no estoy solo, ni sola, que a esta travesía he sido invitado, invitada por Jesús, que puedo confiar en el poder de su amor, siempre pacificador, para seguir adelante sin claudicar, que esa criatura nueva que llevo dentro sí puede nacer de la mano de Jesús, clamando a Él, porque Él es Señor del mar, de mí mar… Y podemos confiar porque nos dice Dios en la primera lectura “Yo le puse límites al mar, cuando salía impetuoso del seno materno; yo hice de la niebla sus mantillas y de las nubes sus pañales” (Job 38, 1. 8-11) y su palabra es verdadera y se cumple.

Esta travesía tan personal tiene también su réplica en el devenir de la humanidad; también como género humano organizado vamos haciendo un viaje hacia una nueva “humanización” donde el amor, la paz, la confianza, la justicia, la verdad, la bondad, la fraternidad están en esa otra orilla hacia donde queremos dirigirnos, es la realidad del “Fratelli Tutti” a la que nos anima el papa Francisco. Y también a nivel global nos parece a veces a los creyentes que nos traga el mundo y su mundanidad…Igual que en lo personal, en esos momentos hemos de traer al corazón la certeza de ser acompañados por Dios, de ir haciendo juntos este viaje, de saber que podemos llamarlo y esperar en Él porque es Él quien pone los límites “‘Hasta aquí llegarás, no más allá. Aquí se romperá la arrogancia de tus olas”.   A veces lo hará con delicadeza, con detalle y otras con la voz fuerte y autoridad, a veces notoriamente y otras muy en silencio, pero lo cierto es que es Él.

Lo nuestro es la fe y la disponibilidad…hacernos valientes para emprender la travesía, asumir que no será siempre fácil, avanzar confiando en Dios, reconociendo que vamos juntos, agradeciendo y alegrándonos después de cada momento difícil, porque de allí salimos más fuertes, más humanos, más hermanos.

“Él los condujo al ansiado puerto” dice el salmista hoy. Dejémonos conducir también.

 

CARMELITA MISIONERA TERESIANA – AMÉRICA

 

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