DÍA 9º DE LA NOVENA

En este noveno día de la novena, reflexionaremos en torno a la figura de la novia del Cordero

La última imagen bíblica que aparece en los escritos de Francisco Palau es la Novia del Cordera que encontramos en el libro de Apocalipsis. En esta imagen se mezclan dos maneras de ver y entender la Iglesia: como mujer y como ciudad. Es la gloriosa manifestación de la Iglesia al final de los tiempos; por eso, es de una manera especial la imagen de que la Iglesia es en su más íntima naturaleza, y qué debería ser ya aquí en la tierra. Son “cielo nuevo y tierra nueva”. La Iglesia baja desde arriba, “de junto a Dios”, vestida en todo su esplendor, preparada para su esposo. Ahora ya es “la morada de Dios con los hombres”, porque su Esposo es Emmanuel, Dios-con-nosotros. Ya no hay dolor ni lágrimas, ni muerte ni cansancio. Todas las cosas son nuevas.

Esta imagen del final de los tiempos nos remite a los principios, al momento de la creación. En aquel tiempo primero, todo era nuevo. Aquella primera mujer, Eva, fue creada igual en dignidad con su esposo, para ser su compañera, “carne de su carne y huesos de sus huesos”. Dios estaba con ellos, el jardín de Edén fue su morada con los hombres. No había ni dolor ni muerte, ni lágrimas ni cansancio. Hasta que todo se derrumbó “por la envidia del Maligno”, quien al final de los tiempos ya está derrumbado, ya no tiene ningún poder.

Se levantó sobre su trono en pie, vestida de gloria, de poder y de belleza, la Mujer del Cordero.

MR 11, 27

En los escritos de Francisco Palau la imagen de la novia del Cordero simboliza la Iglesia perseguida, viva en medio de las dificultades, pero a la vez triunfante, porque como cuerpo del Cordero participa en su victoria pascual. Palau lo relaciona con su experiencia con la Iglesia real e histórica: esa experiencia no se limita sólo a los momentos de la presencia espiritual de la Amada en los ratos de soledad y contemplación. La Iglesia es viva y real, inserta en medio de la gente y su historia. Las descripciones bíblicas no son “letra muerta”: se realizan en el hoy de cada pueblo. Al mismo tiempo, la fe en la verdad contenida en la Biblia despierta en él la confianza en que el futuro de la Iglesia está en las manos de Dios y que se realiza de una manera misteriosa en la Iglesia del presente por medio de la colaboración de los fieles en la lucha y en la victoria.

Lo curioso es que la “novia del Cordero” no es tan sólo una representación de la Iglesia, un símbolo, una imagen como lo fueron las demás mujeres bíblicas. Incluso María, “la imagen perfecta y acabada”, no deja de ser una imagen. La mujer del Apocalipsis ES la Iglesia, no su imagen. Además, ella es la comunidad de los creyentes que está aún más clarificado por el uso de la siguiente imagen de la ciudad de Dios, la nueva Jerusalén, que es la misma realidad representada por la novia del Cordero.

“Yo no soy un individuo; soy el reino de Dios, la Jerusalén santa; tengo cabeza, miembros, relaciones de éstos entre sí y con la cabeza, tengo espíritu y alma que me vivifica; soy, en fin, una realidad moral.” (MR 5,4)

La novia del Cordero aparece vestida “de lino blanco y deslumbrante – el lino son las buenas acciones de los santos” (Ap 19,8), de los que “vencieron gracias a la Sangre del Cordero y al testimonio que dieron de palabra y obra, porque despreciaron su vida ante la muerte” (Ap 12,11). Para Palau era una cosa obvia que la Iglesia necesita su colaboración en la lucha contra las fuerzas del mal, contra el pecado que hay fuera y dentro de ella. El testimonio de la palabra y obra de los creyentes, su opción decidida por el valor supremo del seguimiento del Evangelio, es lo que edifica a la Iglesia, la adorna, la hace más cercana a lo que fue llamada a ser desde principio y lo que será al final. Nuestro testimonio, o su falta, repercute en la vida de la Iglesia, aquí y ahora, y en su futuro. Esforcémonos para hacer ya aquí y ahora de la Iglesia una morada de Dios con los hombres, donde ambos encuentren sus delicias, donde ya no haya ni lágrimas, ni dolor, ni cansancio.

¿Qué parte de ti necesita conversión para poder ser realmente testimonio creíble de la Iglesia?

Terminemos esta reflexión con la oración propuesta para las reuniones del Sínodo de la Iglesia que se celebrará en el año 2023, pero que ya desde hoy puede iluminar nuestro caminar como Iglesia:

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.

Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros,

apóyanos, entra en nuestros corazones.

Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta.

Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.

No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.

Concédenos el don del discernimiento,

para que no dejemos que nuestras acciones

se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.

Condúcenos a la unidad en ti,

para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia,

sino que en nuestro peregrinaje terrenal

nos esforcemos por alcanzar la vida eterna.

Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar,

en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos.

Amén.


Pidamos la gracia que deseamos por intercesión del Beato Francisco Palau.

¡Oh Dios. Padre omnipotente y misericordioso!

Te damos gracias y te bendecimos

porque infundiste en el corazón del Beato Francisco Palau

un amor singular a la Iglesia, cuerpo místico de Cristo,

le descubriste su belleza figurada en María,

y lo iluminaste para servirla con la oración y el apostolado.

Concédenos su pronta canonización en la Iglesia

y ahora la gracia especial que por su intercesión te pedimos.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 


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