Porque Dios no deja de acompañarnos en todas las situaciones en las que nos encontramos para traernos alegría y serenidad, a pesar de los múltiples motivos de preocupación. La pregunta es, ¿qué se necesita para llegar allí?
Juan el Bautista está dirigido a todos: todas las categorías variadas. Su llamado a la conversión resuena en los corazones de todos los que se sentían pecadores y necesitaban un cambio interior. Dios no le niega a nadie la oportunidad de salvarse a sí mismo. El, es un Padre que ama a cada uno de estos sus hijos y quiere la salvación de todos. Eso también, es una fuente de alegría.
Juan el Bautista quiere mostrarles a todos que el cambio profundo en la conversión debe pasar por la acción. Estos actos conciernen a la vida cotidiana, profesional y social: compartir con los que no tienen nada, cumplir con su deber de Estado, no aprovechar la situación…
Estas respuestas de Juan el Bautista también son importantes para nosotros hoy. Debemos volver a escuchar sus llamados a la conversión, a cambiar de rumbo y a emprender el camino de la justicia, la solidaridad y la sobriedad. Estos son valores esenciales para una existencia plenamente humana y auténticamente cristiana.
Porque vivimos en un mundo abrumado por todo tipo de problemas, inseguridad, pandemia, violencia en todas sus formas. Por eso nuestro acercamiento como cristianos que esperan la venida del Salvador es necesario e incluso indispensable. Darse así, sencillamente y humildemente, es también fuente de alegría; porque cerca está él, el Salvador, por su perdón, su misericordia, su ternura y su amor.