¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!”Secuencia de Pascua
¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!
La muerte no es el final, la vida vence a la muerte, aunque a veces las circunstancias y realidades de muchos nos hagan creer lo contrario, pues lo cierto es que en todos los tiempos luchan constantemente la vida y la muerte…
- Lucha vida y muerte en cada migrante que se aventura en cruzar un río, o recorre miles de kilómetros hacinado en un container, o se embarca en una frágil nave… todo esto para buscar una vida mejor, más digna, más humana…
- Lucha vida y muerte en cada mujer agredida, violentada, reducida a un mero objeto o cosa, que ya ha perdido su dignidad, su sentido de vida…
- Lucha vida y muerte en cada niño o niña desaparecido, raptado, separado de su familia para ser usado y abusado, entregados a bestias humanas que comercian, negocian, violentan y asesinan su inocencia, su dignidad…
- Lucha muerte y vida en cada nación asolada, invadida, bombardeada, asesinada cruelmente…
Lucha muerte y vida… y lamentablemente podríamos seguir con esa lista y caer en una profunda desesperanza… pero la fiesta que celebramos hoy nos regala la certeza que en esta lucha, hay un TRIUNFADOR, y lo que experimentaron los tres personajes del evangelio de hoy, es lo que les permitió, a cada uno en su propio momento vital, descubrir en esos signos de muerte como lo son un sepulcro vacío, un sudario y la mortaja, que en esta batalla la muerte no tiene la última palabra y esta certeza los convierte en TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN y ya no de la muerte, porque “Dios no hace acepción de personas” como lo afirma Pedro en la primera lectura, nos regala a todos, el poder VER Y CREER y no solo eso sino que nos hace capaces de ser TESTIGOS de aquello que hemos visto y oído…
- Hemos visto y oído, a muchas personas valientes que se aventuran en el mar para salir en rescate de quienes luchan por su vida; a tantos que acogen, y les permiten encontrar comunidades seguras y amorosas…
- Hemos visto y oído, a tantas mujeres valientes, capaces de levantarse y de recuperar su dignidad, a las personas que las ayudan en este camino de descubrirse, valorarse y amarse y les abren oportunidades para tomar la vida en sus propias manos…
- Hemos visto y oído, a hombres y mujeres valientes que incluso arriesgan sus vidas por denunciar y liberar a los inocentes ultrajados; a aquellos que los acogen y ayudan a recuperar su dignidad…
- Hemos visto y oído, a voluntarios generosos que acuden a las fronteras en ayuda y rescate de quienes huyen del dolor de la guerra, a quienes abren sus fronteras y hogares para acogerlos, a quienes elevan su voz exigiendo la paz, a quienes la piden cada día en su corazón…
¡RESUCITÓ DE VERAS MI AMOR Y MI ESPERANZA!
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